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Insomnio, pandemia y tratamientos

El incremento en la incidencia de insomnio está asociado a trastornos de estrés postraumático y al uso excesivo de dispositivos electrónicos, que a su vez se asocian con un aumento en los episodios de bruxismo. (Foto: Annie Spratt / Unsplash)
Juan Manuel Cortés y Andrés Barrera Medina

Juan Manuel Cortés y Andrés Barrera Medina

mié. 13 octubre 2021

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Dos expertos en insomnio, especializados en Psiquiatría y en Medicina Dental del Sueño respectivamente, explican que este trastorno tiene una alta prevalencia y que ha sido asociado con diversas comorbilidades médicas y psiquiátricas.

El insomnio es el tipo más común de trastorno del sueño en la población. Se define como una dificultad persistente para iniciar o mantener el sueño, despertar más temprano de lo deseado o de sueño no reparador, acompañado de un deterioro diurno relacionado. El insomnio es un problema importante de salud pública debido a su alta prevalencia y desafíos de manejo. Existe una evidencia creciente de una fuerte asociación entre el insomnio y diversas comorbilidades médicas y psiquiátricas.

El insomnio puede afectar significativamente el funcionamiento diurno, lo que resulta en despertarse cansado por la mañana, disminución de la productividad en el trabajo, propensión a errores y accidentes, incapacidad para concentrarse, siestas frecuentes durante el día y mala calidad de vida.

Por el tiempo de evolución, clasificamos al insomnio en agudo (con una duración menor a 3 meses y que afecta a menos de 3 noches por semana) o crónico (con una duración mayor a 3 meses y que afecta a 3 noches por semana).

La prevalencia del insomnio agudo y crónico en las encuestas multinacionales varía del 3,9% al 22%. También es una enfermedad costosa, tanto por la utilización de la asistencia sanitaria como por el ausentismo laboral que provoca, y está asociada con un mayor riesgo de mortalidad.

El trastorno de insomnio crónico es un factor de riesgo considerable de comorbilidad para las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus tipo 2, el reflujo gastroesofágico (ERGE), dislipidemia, obesidad y asma que en la mayoría de las ocasiones se asocian de forma bidireccional.

El insomnio puede afectar a cualquier grupo de edad, pero las mujeres y los adultos mayores de 65 años son la población más susceptible. Los factores psicosociales como el estrés del trabajo, el trabajo por turnos, el duelo por la pérdida de un ser querido, el divorcio o la violencia doméstica pueden provocar alteraciones importantes del sueño.

En reportes recientes se ha descrito un incremento en la incidencia de insomnio asociado con trastornos de estrés postraumático y con el uso excesivo de dispositivos electrónicos; estos a su vez se asocian al incremento en los episodios de bruxismo.

En los niños, el comportamiento hiperactivo y la ansiedad por separación podrían desencadenar trastornos del sueño. Ciertos rasgos de la personalidad, como la preocupación excesiva, la personalidad reprimida, el perfeccionismo o la neurosis pueden tener un efecto perturbador en el sueño. Las comorbilidades psiquiátricas como la depresión, los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad pueden también aumentar el riesgo de insomnio.

El insomnio causado por la pandemia actual de Covid-19 se relaciona con el miedo a la infección, las medidas de contención y el elevado número de personas infectadas y  fallecidas.

También el abuso de sustancias y de alcohol, la ingesta excesiva de cafeína y el tabaquismo pueden afectar potencialmente el ciclo sueño-vigilia, desencadenando problemas de insomnio.

La pandemia actual por el Covid-19 también tiene un papel determinante en la incidencia del insomnio y numerosos estudios indican que las poblaciones afectadas por la pandemia tienen una prevalencia significativamente mayor de depresión, ansiedad, insomnio, y trastorno de estrés postraumático que la población general en condiciones normales.

El insomnio se relaciona con el miedo a la infección, las medidas de contención y el elevado número de personas infectadas y fallecidas. Además, está asociado con la falta de control entre personas infectadas, pérdida de empleo, pérdida de salario e incertidumbre sobre el futuro.

El diagnóstico de insomnio es clínico, es decir, se realiza por medio de la queja subjetiva del paciente o la información del compañero (a) de cama. Podemos apoyarnos en cuestionarios o escalas que evalúan la intensidad del insomnio y la calidad del sueño.

Tratamientos del insomnio

Con respecto al tratamiento del insomnio, lo podemos dividir en no farmacológico y farmacológico.

El tratamiento no farmacológico se basa en la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), que es el tratamiento de primera línea en el insomnio crónico. La TCC ha demostrado ser superior a los fármacos en el tratamiento de este trastorno.

La TCC consiste en higiene del sueño, control de estímulos, restricción del sueño, entrenamiento en relajación y reestructuración cognitiva; se ha demostrado que aumenta las etapas N2 y N3 y el sueño REM, y disminuye la vigilia y la etapa N1, mejorando así la regulación del sueño. Sin embargo, los problemas de accesibilidad y rentabilidad representan un problema que muchas veces limitan la atención a las personas con insomnio crónico.

De tal manera que han surgido nuevas opciones diagnósticas y terapéuticas (por ejemplo, terapias farmacológicas y conductuales en línea y/o dispositivos domésticos) para optimizar y personalizar la evaluación y el tratamiento de trastornos del sueño como el insomnio. Aunque algunos de estos dispositivos y opciones de tratamiento aún se encuentran en las primeras etapas de desarrollo, representan una alternativa prometedora.

Una forma rentable y accesible de proporcionar TCC es a través de plataformas en línea en las que el paciente puede iniciar sesión y repasar los conceptos básicos de TCC paso a paso. Estas, por lo general, se diseñan como programas de seis a ocho semanas.

Actualmente, la telemedicina como herramienta de acercamiento terapéutico durante el confinamiento también funciona como una alternativa potencial para dar seguimiento a los tratamientos contra el insomnio.

Tratar el insomnio puede ser un desafío porque las opciones farmacológicas y no farmacológicas tienen sus limitaciones. El conocimiento de la gravedad del trastorno es fundamental para el abordaje puntual del mismo.

La Academia Mexicana de Medicina Dental del Sueño (AMMDS) ofrece en sus programas de formación para odontólogos un apartado especial sobre Insomnio y el abordaje interdisciplinario psico-odontológico, así como talleres, webinars y master class para la comunidad en general interesada en tratamiento y asesoría sobre este delicado problema de salud pública.

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El Dr. Juan Manuel Cortés Mejía, odontólogo que ejerce en la Ciudad de México, es Master en Medicina Dental de Sueño y Fundador de la Academia Mexicana de Medicina Dental del Sueño.

El Dr. Andrés Barrera Medina es médico psiquiatra con Alta especialidad en Medicina del Sueño y ejerce en Ciudad de México.

Lecturas recomendadas

Pradeep C. Bollu, MD & Harleen Kaur, MBBS. Insomnia and Sleep. Sleep Medicine. Missouri Medicine | January/February 2019 | 116:1.

Kay-Stacey M, Attarian H. (2016). Advances in the management of chronic insomnia. BMJ, i2123.

Hysing M, Pallesen S, Stormark KM, Jakobsen R, Lundervold AJ, Sivertsen B. Sleep and use of electronic devices in adolescence: results from a large population-based study. BMJ Open 2015, 5(1), e006748-e006748.

Cénat, JM, Blais-Rochette C, Kokou-Kpolou CK, Noorishad P-G, Mukunzi JN, McIntee S-E, Labelle P. Prevalence of Symptoms of Depression, Anxiety, Insomnia, Posttraumatic Stress Disorder, and Psychological Distress among Populations Affected by the COVID-19 Pandemic: A Systematic Review and Meta-Analysis. Psychiatry Research, 113599. doi:10.1016/j.psychres.2020.11359.

International classification of sleep disorders. 3rd ed. American Academy of Sleep Medicine, 2014.

Principles and Practice of Sleep Medicine, Kryger M, Roth T and Dement W, sixth edition, 2017.

 

 

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