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Las bacterias bucales que amenazan la salud mental

Aspecto del Congreso de la Periodoncia y la Salud Bucal (Sepa Bibao’24), que reunió a más de 4.500 profesionales, donde se presentó la Sesión sobre el Microbioma.
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lun. 3 junio 2024

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En estudios experimentales se han identificado algunos patógenos que pueden relacionarse con un aumento de riesgo de sufrir depresión o Alzheimer.

 

Las bacterias periodontales y sus productos tóxicos, junto con los mediadores proinflamatorios que se producen a nivel local en los tejidos periodontales inflamados, pueden alcanzar el torrente sanguíneo y cruzar la barrera hematoencefálica. “Esto produce inflamación a nivel cerebral, dando lugar a un estado de depresión o al proceso neurodegenerativo característico de la enfermedad de Alzheimer”, según manifestó el periodoncista Yago Leira en el marco del Congreso de la Periodoncia y la Salud Bucal celebrada en Bilbao (Sepa Bilbao’24).

En un simposio sobre Periodoncia y Hábitos Saludables se expusieron indicaciones para mejorar la salud general de los pacientes que acuden a la consulta dental, donde se han mostrado datos sugerentes sobre el impacto de la microbiota oral en el riesgo de desarrollo de depresión o de enfermedad de Alzheimer.

Microorganismos orales de riesgo

La depresión y la enfermedad de Alzheimer son dos condiciones altamente prevalentes en el mundo, al igual que sucede con las enfermedades de las encías. “Comparten mecanismos fisiopatológicos comunes que hacen que la periodontitis, sobre todo por su relación con un estado neuroinflamatorio crónico, pueda contribuir de manera significativa a la aparición o progresión de las mismas”, aclara Leira, que recientemente ha liderado un informe científico del Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) y la Sociedad Española de Neurología (SEN), que evaluó la asociación entre periodontitis, enfermedad cerebrovascular y demencia.

Este informe puso de relieve que la periodontitis no solo aumenta el riesgo de padecer ictus isquémico y demencia de tipo Alzheimer, sino que también sugiere que diferentes intervenciones de salud oral pueden reducir el riesgo de sufrir estos trastornos neurológicos; igualmente, se señala que marcadores de riesgo como la periodontitis son de gran ayuda para tratar de evitar, reducir o minimizar el impacto de estos desórdenes neurológicos.

“Conocer estas bacterias puede determinar el desarrollo de terapias antiinfecciosas específicas, que pueden tener un efecto beneficioso en el curso de la depresión y el Alzheimer”, señaló el Dr. Yago Leira durante su intervención.

En el caso de la depresión, la evidencia científica actual aún es escasa pero apunta tendencias de interés. “Estudios experimentales han observado que uno de los periodontopatógenos que es capaz de cruzar la barrera hematoencefálica causando neuroinflamación en un modelo combinado de depresión e infección periodontal es el Fusobacterium nucleatum”, según el Dr. Leira.

En cuanto a la enfermedad de Alzheimer, el patógeno más estudiado es la Porphyromonas gingivalis que, junto con sus productos tóxicos (lipopolisacáridos y gingipaínas), en modelos animales se ha demostrado que puede causar neuroinflamación, neurodegeneración y muerte neuronal. Además, en cerebros postmortem de pacientes con enfermedad de Alzheimer se ha detectado esta bacteria.

Las bacterias bucales atraviesan la barrera hematoencefálica y elevan la inflamación cerebral, desencadenando algunos trastornos que pueden llevar a desarrollar trastornos mentales.

Pero no es el único microorganismo involucrado en la patogenia de esta enfermedad. Bacterias periodontales, como especies de Treponema, también se han podido detectar en cerebros de estos pacientes. Además, estudios en animales revelan un papel relevante de la infección por Treponema denticola en la hiperfosforilación de Tau, proteína responsable de la formación de ovillos neurofibrilares (que son típicos de la enfermedad de Alzheimer).

Estos hallazgos pueden resultar de especial interés en la práctica clínica. “Conocer las principales bacterias que puedan estar involucradas en la relación entre la periodontitis y estas enfermedades tan prevalentes pueden determinar el desarrollo de terapias antiinfecciosas específicas, dirigidas a bloquear o inhibir la producción o actividad de las mismas, pudiendo tener un efecto beneficioso en el curso de la depresión y el Alzheimer”, señala el Dr. Yago Leira.

Microbioma oral y periodontitis

Y es que la investigación del microbioma oral está siendo especial fructífera y floreciente en estos momentos. De hecho, en otra de las sesiones científicas del congreso, un simposio organizado conjuntamente por Sepa y por la Federación IberoPanamericana de Periodoncia (FIPP), la Dra. Gloria Lafaurie, de la Unidad de Investigación Básica Oral de la Universidad El Bosque de Bogotá (Colombia), ha incidido en la incidencia que la localización geográfica puede tener en la relación que se establece entre el microbioma y la aparición de periodontitis. Esta experta ha resumido los resultados de una revisión sistemática entre 2015 y 2023 que evalúa la presencia global de microorganismos periodontales en microbiomas subgingivales, aclarando la importancia y el papel de estos microorganismos en la presencia y progresión de la periodontitis, y poniendo de relieve cómo la variación entre los estudios se relaciona con la ubicación geográfica.

En esta revisión se analizaron 32 artículos a nivel mundial. Aunque se observó diversidad en el componente microbiano entre los países, la periodontitis se asoció con microorganismos periodontopáticos clásicos, como Porphyromonas gingivalis, Tannerella forsythia, Fusobacterium nucleatum, Treponema denticola y Prevotella intermedia. Sin embargo, otros microorganismos no cultivables o difíciles de cultivar fueron comunes en la mayoría de las poblaciones estudiadas, como Filifactor alocis, Fretibacterium fastidious, Desulfobulbus oralis, Eubacterium especie, Peptostreptococcaceae y Human Oral TM7. Como resultado de este análisis global del microbioma subgingival en periodontitis, Gloria Lafaurie apunta “la necesidad de aclarar la importancia y el papel de estos microorganismos en la presencia y progresión de la periodontitis”.

En la enfermedad de Alzheimer, el patógeno más estudiado es la Porphyromonas gingivalis; mientras que el Fusobacterium nucleatum se asocia con la depresión.

Un aspecto de interés que se desprende de este análisis es la diferencia en la microbiología oral de los pacientes europeos respecto a los latinoamericanos. En general, el microbioma oral es mucho más diverso entre los latinoamericanos, siendo mucho más frecuentes en esta población especies de Porphyromonas gingivalis que en los europeos (aunque España cuenta con las tasas más altas de prevalencia de esta batería periodontopatógena). En este sentido, como indica la Dra. Lafaurie, “la emigración de latinoamericanos a países europeos no modifica esto y no supone por sí mismo un factor de protección, porque esto depende más de su integración en la cultura y hábitos de alimentación locales”.

Los expertos creen que se pueden aplicar los conocimientos actuales sobre el microbioma oral para personalizar el tratamiento periodontal.

Existen algunas diferencias claves entre poblaciones que parecen estar asociadas con el estilo de vida y condiciones socieconómicas y sanitarias. Sin embargo, el hecho que una persona se incorpore a otra población con mejores condiciones no le confiere de por sí una protección. Es decir, como explica esta experta, “si una población migrante que llega a un país con más recursos no incorpora la dieta del lugar donde reside, ni mejora su condición social y tampoco adquiere nuevos hábitos de higiene y vida saludable, no se favorecerá su salud”. Por eso, aconseja que “las personas migrantes deben incorporarse totalmente a su sociedad como una meta de salud pública”, recordando que “la dieta mediterránea, el ejercicio físico y los hábitos de higiene bucal son los factores más importantes para la salud bucal y sistémica de la población”.

Los cambios en el microbioma oral no solo afectan a los tejidos periodontales, sino que también inciden en los cambios del microbioma intestinal; esto, induce también cambios en diferentes procesos metabólicos del organismo, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas (como la enfermedad cardiovascular, la diabetes y las enfermedades neurodegenerativas, entre otras).

Nota editorial:

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