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La Eurocopa bien vale un alineador

El Dr. David Suárez Quintanilla afirma que “sería maravilloso que colocando un alineador un equipo de fútbol ganara un partido… pero las cosas no suelen ser tan simples”. (Foto: Twitter Oficial Eurocopa)

mar. 6 julio 2021

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El vicepresidente de Ortodoncia de la International Association for Dental Research analiza a pedido de Dental Tribune las declaraciones del jugador de fútbol italiano Leonardo Spinazzola, cuya selección se enfrenta hoy a la de España en las semifinales de la Eurocopa. Spinazzola dijo que su juego había mejorado “desde que cambié de dentista”, palabras que pueden ayudar a que el público reconozca la importancia de la odontología, pero que el Dr. David Suárez Quintanilla describe con razón “como una dicotomía entre la información clínica suministrada a los medios y la verdad científica subyacente”.

El periódico “El País” y el diario deportivo “AS” publicaron las declaraciones del jugador de la Roma Leonardo Spinazzola sobre su actual estado de forma, después de haberle marcado una serie de goles al Bolonia de Mihajlovic (textual): “Soy otro a nivel físico y psicológico desde que cambié de dentista”, empezaba la declaración del jugador. Ahora puedo hacer muchos ejercicios y estar a tope los 90 minutos.

Por su parte, su nuevo odontólogo, el doctor Daniele Puzzilli, declaró a Sky Italia: “Después de algunas exploraciones, descubrí que sufría de oclusión dental, sus dientes estaban desalineados y estaban causando problemas con su postura: esto condujo a una alteración en su rendimiento, una alteración en la fuerza y una predisposición de los músculos a las lesiones. El tratamiento básico ha consistido en utilizar durante casi un año una boquilla por la noche y durante el entrenamiento para ayudar a su mandíbula inferior. Esto ha ayudado a realinear los músculos y restaurar su simetría y sincronía. En un paciente normal, este tratamiento mejora el bienestar, mientras que en un atleta profesional como Spinazzola, puede mejorar el rendimiento y eliminar el riesgo de lesiones musculares”.

Este tipo de actuaciones odontológicas y declaraciones en los medios de comunicación se pueden abordar desde distintos puntos de vista tratando de mantener un equilibrio entre la promoción mediática de la odontología y la verdad científica. Es evidente que la población desconoce el alcance de muchas de las facetas de nuestra profesión y creen que ésta se limita al tratamiento de la caries, la enfermedad periodontal y sus consecuencias (necesidad de obturaciones, implantes o prótesis) o de tratamientos para la mejoría estética de la sonrisa (desde ortodoncia o carillas, pasando por blanqueamientos dentales). Resulta palmario el desconocimiento, incluso de la clase médica, de las técnicas diagnósticas y terapéuticas de la odontología para patologías de importante repercusión en la salud sistémica, como el bruxismo, la roncopatía, la permeabilidad de las vías aéreas superiores, el síndrome de apnea-hipoapnea obstructiva del sueño (SAHOS) o de toda la patología derivada de una anómala posición y desarrollo de los maxilares y ATM.

“El divorcio de la odontología y la medicina se ha cobrado, como cualquier divorcio, unos dividendos que acaban pagando los pacientes”.

El divorcio de la odontología y la medicina se ha cobrado, como cualquier divorcio, unos dividendos que acaban pagando unos terceros, en este caso los pacientes. Hay que reconocerle a la odontología un importante intento curricular por mejorar esta situación y no pocas asignaturas, al menos en nuestra universidad, tratan de acercar al alumno de pregrado los conocimientos médicos necesarios y suficientes para tratar una población cada vez más envejecida y medicalizada. En la otra orilla, la de los estudios de medicina, la teórica simetría en el flujo de información no se ve correspondida y los médicos prácticamente no saben nada de nada de odontología, y ya se sabe que lo que no se ve, no se conoce, y menos se puede diagnosticar o tratar. Este es un problema importante que los dentistas sufrimos a diario y que acaba teniendo repercusiones importantes en la calidad de aquellos tratamientos interdisciplinares médicos que comprenden algún aspecto odontológico. Incluso la literatura científica se examina por parroquias y los médicos suelen descartar, muchas veces de manera inconsciente, artículos donde en su enunciado o palabras claves aparecen términos odontológicos.

Por ejemplo, cuando a mis compañeros médicos de la Real Academia de Medicina de Galicia, expertos internacionales en cardiopatía isquémica, endocrino, obstetricia, virología, neurología o enfermedad de Alzheimer les hablo, y envío, artículos que relacionan la enfermedad periodontal con patologías de su área, la mayoría ponen cara de extrañeza. Y si bien no dudan del carácter científico de los trabajos y de su calidad metodológica, acaban, sin embargo, por afirmar que no tienen apenas validez en el enfoque clínico que la comunidad médica internacional da a estas patologías en la que son, repito, expertos internacionales. Esta es la realidad. A preguntas directas mías, casi inquisitivas, sobre los cuidados periodontales que han de tener los pacientes para evitar el parto prematuro o la evolución de la enfermedad de Alzheimer, contestan arqueando sus cejas, con un rotundo no o, los más prudentes, con un no saben/no contestan. Desconozco si esta aparente esquizofrenia es producto de una falta de permeabilidad científica entre la medicina y la odontología, de una incomodidad del investigador médico ante nuestra terminología y procedimientos diagnósticos (incluyendo cosas tan simples como la clasificación de las maloclusiones o un sondaje periodontal), o si se trata, por el contrario, de un coger el rábano por la hojas del investigador odontológico, hipertrofiando su limitada área de conocimiento y haciendo que el árbol odontológico no le deje ver el bosque de la medicina. Que la enfermedad periodontal sea tan prevalente y que ésta aumente con la edad de manera inexorable o que los hábitos de higiene y los cuidados periodontales estén directamente relacionados con un determinado estatus de salud y socioeconómico puede ayudar al investigador a forzar resultados en pro de conclusiones interesadas para su campo; el tratamiento estadístico de los datos y sus correlaciones pueden hacer maravillas en manos de investigadores inteligentes y listos (que no es lo mismo).

En el caso que nos atañe, el del futbolista y su dentista, también se produce una dicotomía entre la información clínica suministrada a los medios y la verdad científica subyacente.

“Sería maravilloso que colocando un alineador un equipo de fútbol ganara un partido, o que con un simple raspado radicular se evitaran los destructivos efectos del Alzheimer. Pero las cosas no suelen ser tan simples”.

Es bueno para la profesión que gracias a informaciones como ésta, la sociedad vea más allá del horizonte rutinario de la odontología y así entienda las repercusiones de la boca y el aparato estomatognático en la salud general corporal. Sin embargo, dado el carácter privado y mercantilista de nuestra profesión, tan dada a las informaciones interesadas, en busca del reconocimiento profesional y el subsiguiente aumento de la cartera de pacientes, es bueno pasar afirmaciones tan rotundas como las del doctor Daniele Puzzilli por el tamiz de la evidencia científica.

Como dentista, me gustaría compartir el optimista posibilismo de algunos colegas y sería maravilloso que colocando una férula de descarga o un alineador un equipo de fútbol ganara un partido, o que con un simple raspado y alisado radicular se evitaran los destructivos efectos del Alzheimer. Pero las cosas no suelen ser tan simples.

En la actualidad, dirijo un trabajo de investigación sobre las recíprocas relaciones de la postura corporal con el aparato estomatognático. A nadie se le escapa que la musculatura masticatoria está integrada en un sistema neuromuscular más amplio que incluye los músculos que dan estabilidad y dinamismo a la cabeza y la columna vertebral, y que las anomalías de unos y otros tienen implicaciones de reciprocidad aún no bien aclarada. La inestabilidad oclusal y de la mandíbula genera cargas y tensiones que obligan a un trabajo compensador de otros grupos musculares alejados de nuestra área y determinantes para una postura corporal fisiológica. Las asimetrías corporales, por ejemplo, afectan no solo a las curvas fisiológicas de la columna a nivel cervical, dorsal o lumbar, sino también a la posición de la mandíbula, la dinámica de las ATM y a la oclusión. La posición natural de la cabeza (NHP) tan importante en nuestro diagnóstico ortodóncico, confirma el valor que damos a lo que me estoy refiriendo.

No se trata de enumerar aquí las evidencias científicas ni las opiniones encontradas sobre el tema, pero el resumen podría ser este: parece que hay una relación entre la oclusión y la dinámica cráneo-cervical, pero de momento no hay evidencias científicas de calidad suficiente para establecer cómo es esta relación y sus límites.

La mayoría de tales evidencias se circunscriben a hipótesis o teorías basadas en la experiencia, a constructos de valor clínico, pero sin datos concluyentes (creo que por la inmensa cantidad de variables que se manejan y por la manera que tiene cada paciente de vivir su enfermedad, por ejemplo en lo relativo al dolor o la impotencia funcional).

Este debate, además, se nubla y distorsiona por escuelas bien asentadas, y con muchos seguidores, que tratan de arrimar el ascua a su sardina, tanto desde un punto de vista dental (la maloclusión y la falta de desarrollo mandibular condiciona los problemas de postura) como fisioterápico (las anomalías de alineamiento y rotación del eje cráneo-vertebral son responsables de las maloclusiones estáticas y dinámicas), todos bajo el mantra de un supuesto tratamiento holístico, que es decir algo por no callarse.

Superada la postmodernidad, nuestra nueva sociedad VICA (volátil, voluble, incierta, cambiante, compleja y ambigua) y el seguimiento de la lucha contra la pandemia ha desplazado la religión tradicional por la nueva religión del cientificismo, ha cambiado curas por científicos y obispos por expertos en epidemiología o virología, con la subsiguiente transformación de los sermones eclesiásticos, las rogativas, procesiones y profecías en informaciones derivadas de los datos científicos. Las catedrales, como fuentes de la verdad, se han cambiado por los laboratorios.

“Ya no creemos en los dogmas de la Santa Madre Iglesia, pero sí en lo que nos comunica cualquier científico”.

Es tan cierto que la religión organizada se va retirando, como la marea, a medida que avanza la ciencia como que elevar la ciencia a la categoría de religión plantea varios problemas que ahora no puedo exponer dada la brevedad de esta reflexión; pero los problemas van a estar ahí y se van a agudizar. Por eso es tan importante que la información presuntamente científica que damos a la sociedad sea verdadera o al menos falsable en términos popperianos. Ya no creemos en los dogmas de la Santa Madre Iglesia, pero sí en lo que nos comunica cualquier científico sin la otrora infalibilidad papal. Cuando la información no contrastada se recubre interesadamente de ciencia, para elevarla al altar de la infalibilidad, hablamos de cientificismo, como ya apuntaba hace muchos años el maestro Martin Heidegger.

Muchas veces tengo que sufrir en mis propias carnes esta tendencia innata a asumir el papel de tábano socrático, sin sacar nada en limpio y menos en mi beneficio, de luchar contra el charlatanismo en odontología, hoy recubierto de cientificismo. Es verdad que este charlatanismo siempre ha estado en el ADN de muchos odontólogos y que procede de los tiempos donde el arte de extraer dientes en las ferias y plazas públicas, pensemos en el gran Thomas, el dentista del Pont Neuf de París, se combinaba con las sangrías, el afeitado o la venta de crecepelos o de tónicos para la mejora del vigor sexual.

Por eso, no me ha extrañado ver en las redes el estudiado perfil del tal doctor Daniele Puzzilli, que cualquiera de ustedes puede consultar, y al que creo no hay que añadir comentario alguno. Es una pena que con sus innatas cualidades para el estrellato televisivo y el marketing a gran escala, limite su profesión a eso de ser dentista.

Todos tenemos un Daniele Puzzilli en nuestra ciudad y son hoy legión en nuestra profesión, son verdaderos representantes de las nuevas estrellas de las redes, dedican gran parte de su actividad profesional a lograr el prestigio por el camino del estrellato, a diseñar, con sus asesores, una imagen, una marca personal impecable y a medida de esa nueva masa orteguiana tecnológica que se deja obnubilar por lo que en España llamamos el famoseo. Son famosos porque tratan a famosos, y así lo pregonan a los cuatro vientos, y estos famosos los hacen, a su vez, más famosos. Es una pena que Paolo Sorrentino no pudiera incluirlo en su maravillosa “La gran belleza” junto a aquel médico estético que rellenaba las arrugas de la decadente alta burguesía romana. Por tanto, y este es el nudo gordiano de este trasunto, nuestro Daniele Puzzilli con sus declaraciones está haciendo un auténtico revival, un perfecto aggiornamento de aquellos charlatanes de los que procede nuestra profesión. Pero el charlatanismo necesita de un sujeto activo, el charlatán, y otro pasivo, el incauto que se deja convencer de los milagrosos efectos de la terapia.

“Muchas veces tengo que sufrir en mis propias carnes esta tendencia innata a luchar contra el charlatanismo en odontología, hoy recubierto de cientificismo”.

La innegable capacidad de empatía y convicción del doctor Puzzilli con sus penetrantes ojos azules enmarcados por un estudiado peinado y una recortada barba, unido al efecto placebo, y su contrario el nocebo, la regresión a la media y la especial psicología crédula de los jóvenes que llegan rápidamente al estrellato, son el cóctel perfecto para que una terapia no científicamente contrastada y difícilmente reproducible, se conviertan en el éxito clínico que acaba por decidir la Eurocopa. Nadie en la historia de la odontología ha logrado más con menos. ¡Enhorabuena doctor Puzzilli, cuando sea mayor, quiero ser como tú!

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El Dr. David Suárez Quintanilla es Catedrático de Ortodoncia y Director del Servicio de Investigación en la Unidad Dental del Sueño de la Universidad de Santiago de Compostela (España), expresidente de la European Orthodontic Society y vicepresidente de Ortodoncia de la International Association for Dental Research. Visite su página web en: dsqtraining.com. Su obra más reciente es el libro digital “Prácticas clínicas de Ortodoncia”.

 

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