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Odontología en decadencia

jue. 28 marzo 2019

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Para empezar esta columna, quiero ante todo agradecerle a Dios por esta oportunidad que me ha dado para poder expresarme y compartir con ustedes unas letras relacionadas con el campo odontológico de Honduras.

  CAPSULAS DE HONDURAS  

En esta ocasión, deseo hablarles sobre la decadencia de la odontología en el sistema de salud pública de Honduras.

Para los que no conocen Honduras, este es un pequeño pero lindo país ubicado en el corazón de Centroamérica, el cual lamentablemente ha sido víctima de la corrupción en todas las áreas, por lo que laodontología también ha sufrido los embates por esta causa; cabe mencionar que todo ha sido una cadena de eventos que han llevado a que en la actualidad nuestra linda profesión se venda de una manera denigrante con tal de tener pacientes, olvidando los principios bajo los cuales nació.

Hoy en día, nuestro sistema de salud pública se ha visto afectado debido a la falta de insumos, equipos y espacios adecuados, de lo que se deriva una deficiente atención; incluso se ha visto carente de profesionales comprometidos, preocupados por la salud dental de las personas de escasos recursos que acuden a los centros hospitalarios en busca de atención. No quiero decir que sea un patrón de conducta, pero sí que una gran parte perdió el carisma por ayudar a los más necesitados.

Es triste que un profesional de la odontología —o de la medicina general—, no pueda devengar un salario digno del sistema de salud pública. A pesar de que hay aranceles profesionales, los cuales son ley de obligatorio cumplimiento, las autoridades se hacen de la vista gorda y simplemente dicen "acepta o no las condiciones de contratación". Y, ante la necesidad de un ingreso, el profesional termina por aceptar, lo cual lamentablemente desencadena la pérdida de nuestro norte.

"Es ilógico que el odontólogo tenga que hacer labores de veterinaria porque el Estado no es capaz de contratar personal para hacer este trabajo".

Personalmente, trabajé en el sistema de salud pública hace algunos años y realmente fue una pena ver que a las autoridades lo único que les interesaba era llenar informes para no perder las ayudas económicas que venían del extranjero, que jamás se vieron reflejadas en la clínica. Pensaron que con comprar una silla dental de mala calidad e incompleta, un odontólogo podía resolver los problemas que aquejan al paciente de escasos o muy limitados recursos económicos. Incluso en numerosas ocasiones, me tocó ir a lejanas aldeas a ver a los pacientes en sus casas y no poder hacer más que decirles que tenían X número de caries y recetar algún medicamento para el malestar que los aquejaba, básicamente no hacer nada porque muchos de ellos debido a la lejanía y escasez económica, jamás llegaban al Centro de Salud, el cual estaba desprovisto de equipo, material e instrumental adecuado, obligando a que los pacientes con sumo esfuerzo buscaran la atención profesional en clínicas privadas, y con un poco de suerte, encontraran a un odontólogo que antepone la ética al dinero. Pero en muchas ocasiones, solo se encuentran con “odontólogos de maletín”, charlatanes que se encargan de destruir la profesión que muchos amamos.

¿Qué nos está pasando? ¿Acaso seremos testigo de la decadencia absoluta del sistema de salud pública, llevándose de encuentro a la odontología?

¿Hasta cuándo la corrupción seguirá prevaleciendo? Destruyendo profesionales que han preferido adaptarse a este nefasto movimiento que esta “prostituyendo nuestra amada profesión”.

Hay que mencionar que, en innumerables ocasiones, al profesional odontológico que trabaja en el sistema de salud pública se le asignan tareas que no le corresponden a un odontólogo. no quiero decir que no puedahacerlas, sino que cada persona cumple un rol específico en el centro de salud, como por ejemplo, tener que ir a vacunar perros y gatos en las famosas “campañas de salud a la comunidad”.

Es completamente ilógico que el odontólogo tenga que hacer estas labores, simplemente porque el Estado no es capaz o no tiene la voluntad política para contratar personal veterinario calificado para asumir este trabajo.

Esta es la triste realidad de la odontología en el sistema de salud pública en Honduras y sería muy afortunado si alguna autoridad de mi país, por casualidad lee este mensaje y se proponga hacer algo por erradicar esta situación.

Me imagino que cosas similares suceden en otros países de América Latina, y hago este llamado de atención para que como profesionales comprometidos, aportemos nuestro granito de arena para que la odontología evolucione de manera correcta y no se vea abocada a una triste involución.

Si nosotros mismos no dignificamos a la odontología, no esperemos que los gobiernos de turno lo hagan: nuestra profesión es una necesidad y no un lujo”.

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 * El Dr. Gálvez Núñez es un odontólogo hondureño que ejerce en Tegucigalpa.

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