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Un año para olvidar

El autor pide a los colegas que se valoren, que dignifiquen su trabajo, que cobren la consulta. (Foto: Kelly Sikkema / Unsplash)

vie. 18 diciembre 2020

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El Dr. Enrique Jadad analiza los acontecimientos ocurridos en 2020 y comenta sobre el destino de la profesión odontológica en una época de grandes cambios e incertidumbres. La solución, escribe nuestro columnista, reside en valorar nuestra profesión y en la unión real de los odontólogos.

Hace un par de meses el Dr. Juan Carlos Mejía me compartió un escrito del filósofo y escritor francés Michel Serres que decía: "Si usted tiene un pan y yo tengo un euro, y yo voy y le compro el pan, yo tendré un pan y usted un euro, y verá un equilibrio en ese intercambio. Esto sería la explicación de lo que entendemos como un equilibrio perfecto. Pero si usted tiene un soneto de Verlaine, o el teorema de Pitágoras, y yo no tengo nada, y usted me los enseña, al final de ese intercambio yo tendré el soneto y el teorema, pero usted los habrá conservado. En el primer caso, hay equilibrio, eso es mercancía, en el segundo ejemplo hay crecimiento, eso es cultura".

El año 2020 ha sido muy frenético para todos y lo podemos entender de muchas formas. Creo que debemos agradecer por lo que tenemos y por estar vivos. Muchos se han ido, hemos llorado a familiares cercanos, amigos, colegas, pacientes, proveedores. Este año 2020 nos ha enseñado algo muy importante, y es que un día estás aquí y mañana puedes no estarlo, puede que hoy te sobren la salud, el dinero, alimentos, posesiones y mañana puede faltarte todo.

"Un diminuto ser nos sacudió de tal manera que pudimos comprender los tesoros que perdemos por estar esclavizados del trabajo, nos dijo que debemos ser más humildes y vivir con mayor sentido de humanidad".

Es importante comprender que hubo muchas pandemias en la historia, comenzando por la peste negra en la Edad Media y pasando por las enfermedades que vinieron de Europa y arrasaron con la población nativa de América en la época de la conquista. Se estima que entre la gripe, el sarampión y el tifus murieron entre 30 y 90 millones de personas. Más recientemente apareció la gripe española (1918-1919), luego la gripe asiática (1957), la gripe de Hong Kong (1968), el VIH sida (década de 1980), la gripe porcina AH1N1 (2009), el SARS (2002), el ébola (2014), el MERS (coronavirus, 2015) y ahora el Sars-CoV-2 que es el causante del Covid-19.

No nos queda mas remedio que reír, vivir, gozar, amar. Debemos comprender que somos afortunados por estar vivos y rodeados de personas a quienes podemos darles amor, cariño. Valoremos el tener salud, poder contar con los amigos y la familia, estos son los mejores regalos que podremos tener y disfrutar este año.

Miro en retrospectiva y puedo aceptar que esta Navidad será diferente: sé de muchas familias que no pudieron celebrar eventos importantes, y no lo hicieron por muchas razones, nos tocó ser discretos, recatados y muy cuidadosos con el manejo de esos festejos en redes sociales. Algunos padres perdieron su trabajo y no saben cómo podrán alimentar a sus hijos, otros se tuvieron que resignar a aceptar trabajar por la mitad o menos de su sueldo, la necesidad de tener para medio mantener a sus familias y pagar deudas.

Conozco a muchas personas que perdieron a familiares por lo que las fiestas navideñas no son las mismas sin ellos; otros están luchando por sus vidas y los regalos fue lo último que pasó por sus mentes. Este año tuvimos que ver las cosas de forma diferente. Es más importante valorar quiénes rodearon nuestro árbol en lugar de lo que había en la base de él, los regalos y los lujos pasaron a un segundo plano.

Es necesario replantear la forma en que estábamos acostumbrados a vivir, que le pongamos el freno al acelerador. Todas estas circunstancias vividas nos hacer sentir y aceptar más la realidad de esta nueva normalidad, esta situación nos sacudió hasta la más profunda fibra de nuestro ser, nos hizo meditar desde las cuatro paredes de nuestros consultorios y desde nuestras unidades de trabajo. Debemos abrir nuestras mentes y ver qué hay más allá de esas paredes, reflexionemos y aceptemos que debemos bajarnos de ese pedestal, apartar los egos e ideas de grandeza.

Apareció un pequeño ser de RNA, algo invisible, que nos puso en nuestro lugar, un sitial de pequeñez que nos hizo comprender lo que significa la dependencia de las vanidades. Un diminuto ser que nos hizo estrellar contra la realidad terrenal. Nos sacudió de tal manera que pudimos ver y comprender cuán errados estábamos, nos hizo entender aquellos tesoros que perdemos por estar esclavizados del trabajo y por solo tener como meta el ganar dinero, nos dijo que debemos ser más humildes y que vivamos con mayor sentido de humanidad.

"Los pacientes deben pagar el costo de una consulta porque solo los que nos preparamos para diagnosticar podemos dar el mejor tratamiento posible".

Cuando podamos volver plenamente a nuestras actividades, ojalá sea con la habilidad de entender al paciente como un ser humano que estuvo cerca o lejos del peligroso virus, como personas que llevaron con estoicismo los avatares y estragos que causó y sigue causando el Sars-CoV-2. Los pacientes, se encuentran en una posición vulnerable y nosotros como profesionales de la salud y piezas fundamentales de la sociedad, debemos tratarlos como seres integrales porque necesitan de nuestra sapiencia y humanidad. De igual manera, debemos aprovechar todos estos obstáculos y pruebas que hemos tenido que sortear para retomar el camino correcto, enmarcado en la ética, la dignidad y la honestidad.

He recibido y entendido, acatado y puesto en práctica varios mensajes cargados de sabiduría y sensatez. La prioridad debe ser cuidarnos y cuidar a los demás, que es la regla primaria y lo único en que se debe pensar. Dios nos guarde a todos y nos brinde el entendimiento para que cada movimiento, pensamiento y palabra sea asertiva frente a esta inesperada situación. Realmente, amo lo que hago, amo a mi familia, quiero, admiro y respeto a mis colegas, compañeros y amigos; juntos podemos soñar y construir un futuro mejor, haciendo lo que nos corresponde hacer, debemos creer en lo importante e imprescindible que es nuestro trabajo, en las instituciones, en las autoridades, en el gobierno y en nuestros líderes.

Cumplamos estrictamente con lo que nos piden, quedémonos en nuestras casas aislémonos. Es la única manera de controlar el contagio. Ojalá cerraran las fronteras del mundo: nadie entra ni nadie sale de ningún país y cada país se dedica a controlar y a erradicar el virus y a cuidar a sus enfermos. Cuidémonos y cuidemos a los demás. Hace ya un tiempo escuché una frase que define muy bien muchos de los temas que a menudo salen a debate. Me la compartió mi buen amigo el Dr. David Suárez Quintanilla y hoy la traigo a colación: "Es más importante el qué y el por qué queremos hacer algo, que el con qué, no existen tratamientos milagrosos, al final lo real y valioso tiene como reflexión no negociable que es más importante el indio que las flechas”.

Para terminar, quiero pedirles que se valoren, que dignifiquen su trabajo, que no se dejen llevar por el desespero y la angustia. Piensen que para poder hacer una valoración revisión o consulta de primera vez fue necesario pagar 10 semestres de universidad como mínimo, tuvieron que comprar instrumental, materiales, sacar fotocopias, en algunos casos pagar tratamientos de pacientes que creen que le hacen un favor al estudiante y no ven el beneficio que llevan de un excelente tratamiento supervisado por los mejores a muy bajo costo; qué decir de los uniformes, de los días de hambre cuando había para comer, de escasez de dinero, las madrugadas, trasnochadas, llantos, tristezas, alegrías.

En el camino de nuestra formación se perdieron amigos, el tiempo invertido no daba espacio para compartir ni para socializar; además, cursos, diplomados, especializaciones y postgrados tienen costos elevados, luchar por un año rural, tener que pagar por una tarjeta profesional para ejercer. Si se multiplica todo esto por años de experiencia, les puedo responder con toda tranquilidad que por nada del mundo se debe ofertar el trabajo bajo la premisa de la consulta gratis.

La consulta tiene valor, un precio alto para este proceso que es la base de cualquier tratamiento. Sin las bases que implementamos al diagnosticar, solo seríamos uno más aconsejando al paciente sobre algo que no sabe, sería como hacer una búsqueda en el mar del internet, pero para eso ya está Google. Me genera ira e impotencia cuando los pacientes le preguntan a mi asistente si tienen que pagar por consultarme. La respuesta es sí: deben pagar para revisarlos, porque solo los que estudiamos, nos preparamos, investigamos, solo nosotros tenemos el conocimiento para diagnosticarlos y darles el mejor tratamiento posible. Y la salud de los pacientes vale más que el costo de una consulta.

He notado un cambio general de la conducta humana, un crecimiento exponencial hacia una vida más tranquila, una vida que se vió enmarcada con menos planes durante la cuarentena. Esto ha provocado que las personas hayan reordenado sus prioridades y sus planes de vida. Ha sido muy bello ver y palpar la recuperación de los pequeños momentos y rituales, se ha dado un cambio en la forma de relacionarnos con el entorno en que vivimos y las personas con las que interactuamos, es un espacio donde prima el tiempo presente y la calidad de nuestras vidas, hemos poco a poco luchado y logrado la recuperación de nuestras aficiones y las rutinas pospuestas.

One thought on “Un año para olvidar

  1. Gustavo Alberto Ochoa Posada says:

    Jacho yo cambiaría el título! Lo que dices es muy cierto. Hay mucho de fondo en esta pandemia y bien lo has descrito. Y por eso es un año para NO olvidar. Nos hicimos conscientes de muchas realidades que no veíamos. Si algo debemos es recordar para no volver a la arrogancia, al diosificarnos y pensar que todo lo podemos y que ademas lo merecemos. La humildad se ha reflejado en nuestros días. Somos iguales, n o valen unos más que otros. La salud es lo más importante y el dinero noS estaba nublando el verdadero ser. Hoy sabemos el valor de un abrazo, de un beso de un amigo. No somos lo que fuimos pero seremos más agradecidos. Valores que se habían perdido. Yo SI voy a recordar este año con dolor pero no quiero olvidarlo. Me hizo saber que no soy perfecto, me hizo valorar los amigos , me enseñó que el miedo es un sentimiento de todos y qué hay cosas que no están bajo mi control. Que la familia puede tener más tiempo de valor y que es lo más valioso que en realidad nos debe importar.Se fueron muchos seres queridos , y quedaron muchos abrazos por dar. Porque siempre lo dejamos para mañana y eso hoy ya no es importante porque puede no llega ese mañana! El hoy es un tesoro que tienes que multiplicar. Hoy es lo que nos pertenece y depende de nosotros lo que hagamos con el hoy. Yo quiero más intensamente el hoy , aprecio el hoy, los amigos de hoy y la realidad de hoy. Así que yo comparto todo lo que has escrito, admiro tu coraje y dedicación a engrandecer todos los días nuestra profesión y a elevar nuestro derecho al respeto y perseguir siempre la ética en nuestro día a día. Respaldó tu intención de educar a nuestros pacientes , tu búsqueda de hacernos mejores con tus conferencias. Te respeto y te conozco desde siempre. Pero este año NO lo quiero olvidar, pues siento que me ha hecho valorar lo que antes no valoraba. Solo espero que no vuelva un año así porque sufrí y me dolió. Pero como decía CONRRADO MONTOYA..”el dolor nos perfecciona”. Este es un año para no olvidar.
    Fuerte abrazo Y FELIZ NAVIDAD.

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