La colaboración entre universidades que comparten esta plataforma clínica permitiría la adoptar una codificación diagnóstica estandarizada que fortalecería la formación profesional. Fotos: UCU
El autor propone, en el tercer artículo de la serie de Dental Tribune sobre Formación, desarrollar una red académica, donde la historia clínica digital organice la asistencia, potencie la formación y abra nuevas posibilidades para la investigación clínica conjunta.
Autor:El Dr. Federico Todeschini Safi es Profesor Adjunto, Departamento de Bienestar y Salud, y Director de la Clínica Universitaria de la Salud, Universidad Católica del Uruguay.
Formación 3
En los últimos años, las universidades latinoamericanas han comenzado a utilizar plataformas digitales compartidas para el registro clínico de pacientes. Esta coincidencia tecnológica, inicialmente vinculada a necesidades operativas, ha comenzado a revelar un potencial mucho mayor: el de construir una red académica colaborativa, donde la historia clínica digital no solo organice la asistencia, sino también potencie la formación profesional y abra nuevas posibilidades para la investigación clínica conjunta. En este contexto, surge la oportunidad de repensar la historia clínica no solo como herramienta institucional, sino como espacio común de construcción académica entre instituciones que comparten desafíos, compromisos y visión educativa.
Una codificación diagnóstica estandarizada tendría gran gran valor pedagógico en el contexto universitario, además de utilidad para la gestión clínica o la investigación.
Este artículo propone una reflexión sobre esa posibilidad. Lo hace desde la experiencia de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), que desde 2015 utiliza el programa SmileSoftware (Cibermundo, México) de historia clínica digital en su carrera de Odontología, y que ha venido profundizando en el uso estructurado de datos clínicos para fines formativos y de gestión. A partir de esa experiencia, UCU plantea la oportunidad de generar una red de colaboración entre instituciones usuarias del mismo sistema, con miras a compartir buenas prácticas, acordar estándares, y explorar en conjunto el potencial de la información clínica digital para el desarrollo académico de la odontología latinoamericana.
Una red de historia clínica digital potenciaría la formación profesional y abriría nuevas posibilidades para la investigación clínica conjunta en la odontología latinoamericana.
Iniciativas consolidadas y aprendizajes posibles
En otras regiones del mundo, existen antecedentes sólidos que muestran el valor de trabajar colectivamente en torno a historias clínicas digitales compartidas. Distintas redes universitarias han logrado desarrollar protocolos diagnósticos comunes, estrategias de formación basadas en datos clínicos reales, y proyectos de investigación multicéntrica con alto impacto educativo y científico1,2,3.
Estas iniciativas se han apoyado, en general, en el uso de softwares clínicos de amplia difusión, configurados para registrar información diagnóstica de manera estandarizada, con terminología controlada y lógica interoperable. La estandarización diagnóstica, en particular, ha sido un factor clave para permitir el análisis de grandes volúmenes de información, la comparación entre instituciones, y la identificación de patrones clínicos relevantes.
Más allá de las diferencias culturales, normativas o tecnológicas, la experiencia internacional demuestra que cuando las universidades trabajan con historias clínicas estructuradas, abiertas a la reflexión pedagógica y al aprovechamiento académico, se produce una sinergia virtuosa entre asistencia, docencia e investigación.
Es en ese espíritu que surge nuestra propuesta: aprender de esas buenas prácticas, adaptarlas a nuestra realidad regional, y construir una iniciativa de colaboración entre universidades latinoamericanas que comparten una misma plataforma clínica.
El punto de partida
En la Universidad Católica del Uruguay, el uso de historia clínica digital comenzó en 2015, en el marco de un proceso de profesionalización de la gestión clínica odontológica. Con el tiempo, el sistema fue expandiéndose a otras disciplinas de la salud y consolidándose como una herramienta de integración institucional. Sin embargo, fue en Odontología donde se desarrolló con mayor profundidad el uso pedagógico y estratégico del software.
En 2021, con la implementación de un nuevo plan de estudios, se creó una asignatura específica llamada Clínica de Diagnóstico, con una carga horaria significativa y centrada en la competencia diagnóstica como eje formativo autónomo. Desde entonces, el software de historia clínica fue utilizado para registrar cada paso del proceso diagnóstico: anamnesis, exploración clínica, índices estandarizados (ICDAS, IOTN, periodontograma), análisis de riesgo, prescripción de estudios complementarios, diagnóstico diferencial y planificación terapéutica. A través del entorno digital, los estudiantes documentan sus razonamientos clínicos, justifican sus decisiones e integran evidencia científica.
Este diseño ha permitido avanzar hacia una cultura institucional donde el diagnóstico ya no es una etapa rutinaria o subordinada, sino una competencia clínica compleja, integrada, razonada y evaluada. Y ha abierto la posibilidad de pensar en la codificación diagnóstica estandarizada como un paso natural para dar solidez al análisis clínico, facilitar la investigación, y permitir comparaciones válidas entre cohortes de estudiantes o poblaciones atendidas.
Si las universidades acuerdan criterios comunes para registrar diagnósticos sería posible generar proyectos académicos cooperativos de gran valor.
Una oportunidad regional
En distintos países de América Latina, instituciones universitarias han comenzado a utilizar el mismo software de historia clínica digital. Algunas lo han hecho de forma parcial, otras de manera institucional. En todos los casos, el sistema permite adaptar formularios, configurar campos específicos, incorporar indicadores clínicos y generar bases de datos estructuradas.
Esta coincidencia técnica representa una oportunidad extraordinaria. Si las universidades acuerdan ciertos criterios comunes para registrar diagnósticos, si adoptan lenguajes compatibles y si se respetan condiciones éticas y legales, sería posible generar proyectos académicos cooperativos de gran valor.
Esta iniciativa es una invitación para construir conocimiento a partir de la práctica clínica cotidiana y transformar un software compartido en un espacio académico común.
Imaginemos, por ejemplo, una base de datos diagnósticos anonimizados compartida entre universidades. O un banco común de casos clínicos con fines formativos. O un sistema de retroalimentación cruzada donde docentes de distintas instituciones puedan revisar registros y dar opinión externa. O un análisis epidemiológico multicéntrico de prevalencia diagnóstica en poblaciones atendidas por estudiantes.
Nada de esto requiere una infraestructura nueva. La tecnología ya está disponible. Lo que se necesita es voluntad, acuerdo, confianza y visión académica. Y un marco normativo adecuado para garantizar la confidencialidad de los datos, la protección de los pacientes y la calidad de los procesos.
Desafíos por enfrentar
Por supuesto, un proyecto de estas características no está exento de dificultades. Existen múltiples barreras a considerar:
Normativas institucionales y legales: cada universidad responde a marcos regulatorios distintos. Será necesario acordar principios comunes que permitan compartir información sin vulnerar derechos ni políticas locales.
Heterogeneidad en la implementación: no todas las instituciones utilizan el software de la misma forma. Algunas lo aplican en todas sus clínicas, otras en sectores puntuales. Algunas tienen formularios más estructurados, otras más libres. La coordinación requerirá acuerdos mínimos y respeto por las diferencias.
Capacitación y cultura docente: para que la codificación diagnóstica tenga sentido, es necesario formar a los docentes en su lógica, su utilidad y su aplicación práctica. Esto supone un cambio cultural, que no puede imponerse sino construirse colectivamente.
Condiciones técnicas: la interoperabilidad, la anonimización de datos, la definición de estándares y la validación de registros son desafíos que requieren equipos técnicos competentes y disposición institucional.
El valor académico de la codificación diagnóstica
Uno de los componentes centrales de esta iniciativa es la adopción progresiva de una codificación diagnóstica estandarizada. Más allá de su utilidad para la gestión clínica o la investigación, su valor principal en el contexto universitario es pedagógico.
Cuando se enseña a diagnosticar de forma sistemática, con criterios claros, con lenguaje clínico preciso y con una lógica de decisión explícita, se fortalece la formación profesional. El diagnóstico deja de ser una descripción vaga o una impresión subjetiva, y se convierte en un proceso clínico riguroso, razonado, replicable y evaluable.
Esta iniciativa es una invitación a dialogar entre pares, compartir experiencias, construir conocimiento a partir de la práctica clínica cotidiana y transformar un software compartido en un espacio académico común.
Además, una codificación diagnóstica bien diseñada permite integrar múltiples dimensiones: signos y síntomas, factores de riesgo, condiciones sistémicas, entorno biopsicosocial, necesidad de tratamiento, urgencia, severidad, etc. Esto enriquece la visión del estudiante, y permite construir planes de tratamiento más coherentes y centrados en el paciente.
Por otra parte, cuando distintas instituciones registran de manera compatible, se abren posibilidades extraordinarias para la colaboración académica: comparación de cohortes, análisis longitudinales, desarrollo de instrumentos de evaluación, estudios de prevalencia, entre otros.
Un camino por construir
La iniciativa que aquí se plantea no está cerrada ni formalizada. Es una invitación. Una invitación a dialogar entre pares, a compartir experiencias, a construir conocimiento a partir de la práctica clínica cotidiana. A transformar un software compartido en un espacio académico común.
El camino no es simple. Requiere tiempo, paciencia, escucha y liderazgo. Pero también entusiasmo, convicción y generosidad académica. Ya existen universidades interesadas, contactos realizados, documentos preliminares redactados, experiencias piloto en marcha. La empresa Cibermundo ha estado siempre comprometida en facilitar este tipo de iniciativas. El desafío ahora es dar un paso más: formalizar el intercambio, acordar una agenda y comenzar a trabajar juntos.
Como en todo proyecto universitario serio, el objetivo último no es tecnológico, sino formativo. Se trata, en definitiva, de formar mejores profesionales, más conscientes, más reflexivos, más rigurosos y comprometidos con el bienestar de sus pacientes y con la calidad de su práctica clínica.
Referencias
Kalenderian E, Ramoni RB, White JM, Schoonheim-Klein ME, Stark PC, Kimmes NS, Patel VL, Walji MF. The importance of using diagnostic codes. Oral Surg Oral Med Oral Pathol Oral Radiol Endod. 2011 Jul;112(1):4-5; author reply 5. doi: 10.1016/j.tripleo.2011.01.047. PMID: 21669360.
Kalenderian E., Ramoni, R.B., Walji, M.F. Standardized dental diagnostic terminology. Ann Dent Oral Health. 2018;1:1002.
Stark PC, Kalenderian E, White JM, Walji MF, Stewart DC, Kimmes N, Meng TR Jr, Willis GP, DeVries T, Chapman RJ; Consortium for Oral Health-Related Informatics (COHRI). Consortium for oral health-related informatics: improving dental research, education, and treatment. J Dent Educ. 2010 Oct;74(10):1051-65. PMID: 20930236; PMCID: PMC3114442.
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