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El trauma dental en bebés

Figura 1.

lun. 15 abril 2019

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El Dr. Mario Elías Podestá, experto en Odontología para Bebés, afirma en este artículo que los traumatismos dentales generan un gran impacto psicológico y emocional en los padres y que, por ello, se debe transmitir confianza antes, durante y después del manejo clínico de su hijo.

  GRANDES EXPERTOS  

Las lesiones traumáticas de los dientes son eventos que se presentan de forma más o menos habitual en todas las poblaciones y épocas, afectando entre el 20 y 25% de la población actual. El término traumatismo se define como "el estado patológico del cuerpo debido a una lesión" o como "la lesión de los órganos o los tejidos por acciones mecánicas externas.

En base a estas definiciones, el término “traumatismo dental” debería describir las consecuencias de lesiones violentas (agentes externos) en los tejidos dentarios y peridentarios. Este concepto excluye el desgaste por movimientos oclusales habituales (en el sentido común de la palabra), ya sea de tipo fisiológico (atrición), o patológico (abrasión), los cuales cuentan con métodos específicos de valoración (Scott, 1979; Smith, 1984).

Los mecanismos de las lesiones dentarias, en su mayoría, son desconocidos, ya que su naturaleza casi azarosa los hace difíciles de investigar.

Los traumatismos dentarios, de acuerdo al origen, pueden ser considerados directos e indirectos: a) directos, cuando la fuerza del impacto proviene de un medio diferente a las piezas dentarias (una superficie más o menos dura), b) indirectos, por el cierre violento del arco dentario inferior contra el superior por causa externa.

“Un trauma dental en el niño debe encararse siempre como una situación especial, más aún si está en la primera infancia o es un bebé". 

El resultado de los traumatismos dentarios directos suele ser la lesión de dientes anteriores superiores, mientras que los indirectos favorecen la factura de la corona o raíz, en premolares y molares de niños mayores o adultos. En los niños pequeños se observa, en el caso de traumatismos indirectos, una mayor tendencia de luxaciones extrusivas en incisivos y caninos. Aparentemente debido a que las molares primarias, en general, tienen cúspides pequeñas (éstas se desplazan contra las antagonistas, frotándose, pero no se fracturan comúnmente).

Nuestra experiencia nos indica que, cuando el traumatismo afecta a niños pequeños, los dientes temporales se desplazan dentro de un hueso poco calcificado y blando, predominantemente esponjoso, siendo comunes las lesiones de desplazamiento y de ligamento periodontal. Conforme se incrementa la edad del niño, se incrementa también el riesgo de fractura. La fuerza y dirección del impacto establecen una relación directa con el grado de afectación de los tejidos dentarios (esmalte, dentina, cemento, superficie radicular en general y pulpa) y de soporte.

Para García Ballesta et al., “en el niño preescolar, el proceso alveolar tiene espacios medulares grandes y es relativamente flexible. Además, el ligamento periodontal (que actúa como una hamaca fisiológica) es muy elástico, permitiendo que ante un ligero traumatismo, los dientes, al no estar firmemente sujetos, se desplacen en vez de fracturarse. En contraste, la dentición permanente sufre más fracturas que luxaciones, debido fundamentalmente a la menor proporción corona/raíz, y a que el hueso alveolar es más denso”.

Algunas de las causas más importantes de la inestabilidad del proceso salud/enfermedad en Odontología para Bebés son las lesiones dentarias por traumatismos. Este tipo de lesiones deterioran la calidad de vida del niño por las consabidas secuelas en tejidos dentarios duros, pulpa, periodonto, riesgo de infecciones, alteración de la oclusión, el compromiso psicológico y estético. A esto se suma, el efecto en las piezas permanentes en formación, vecinas a la zona del trauma.

El profesional deberá estar técnica y emocionalmente preparado para resolver con seguridad y rapidez cualquier problema de esta naturaleza. Debe tener como objetivos de similar importancia: a) la conservación de los dientes y tejidos de soporte, y, b) el manejo psicológico del niño y los padres (Figura 1).

Un trauma dental en el niño debe encararse siempre como una situación especial, más aún si el niño está en la época de la primera infancia o es un bebé (0-3 años). Esta condición hace aún más importante el conocimiento del profesional respecto al tema, debido a las limitaciones en el abordaje odontológico en el niño pequeño.

Es importante hacer hincapié que en ocasiones, el o los dientes afectados, son parte de un problema mucho más severo: el trauma maxilofacial. Cuando se produce este tipo de situación, los problemas dentarios deben ser ubicados en un segundo plano. La exploración de nervios craneales, así como la observación de normalidad de funciones de los sentidos y de algunas actividades importantes para la vida, sería la prioridad (asegurarse que el paciente pueda ver, oír, oler, respirar, comer y “hablar”). Este tipo de exploración no solo se basa en una adecuada anamnesis, sino también, en observación y experiencia. En caso de que la situación rebase los conocimientos del profesional de turno, realizar la interconsulta respectiva.

Existen 3 actores o grupos de actores dentro de un “escenario de trauma dentario” en un niño pequeño: el paciente, los padres y el odontopediatra/personal auxiliar. El primero y los segundos actores llegan a la consulta envueltos por llanto y ansiedad. El tercer actor no puede darse ese lujo. Por ello, lograr el dominio del escenario y el control de la situación, traducida en disminución del llanto y ansiedad, tanto en los padres como en el bebé, es responsabilidad del equipo del consultorio. Esto dependerá de su conocimiento del problema (estudio), capacitación continua (actualización), experiencia (casos atendidos), y dotes personales (personalidad y profesionalización) (Figura 2).

Figura 2.

De entre las urgencias en odontopediatría son los traumatismos dentales los que generan mayor impacto psicológico y emocional en los padres. Por ello, se debe transmitir confianza antes, durante y después del manejo clínico de su hijo.

El traumatismo dental es un claro ejemplo de por qué es importante la Odontología para Bebés, ya que un bebé que conoce la atención odontológica será más receptivo con el ambiente y los procedimientos a seguir que un bebé que se sienta por primera vez en un sillón dental.

Meera R et al realizaron un estudio retrospectivo en 716 historias clínicas sobre la edad del niño en su primera visita al dentista. Encontraron que la mayor frecuencia de visita fue el rango de edad de 6 a 12 años (59,08%). Siendo el rango de 0 a 3 años, el menor de todos (8,52%). Tomando en cuenta que en los primeros años de vida el niño es propenso a sufrir un accidente en la zona dentaria anterosuperior, no es muy adecuado que su primera visita a consulta profesional sea por haber sufrido un traumatismo.

En este mismo estudio, se encontró que la razón más frecuente de consulta fue por dolor/sensibilidad (42,04%), seguido por caries dental (28,49%), y por traumatismo (9,22%). El ítem de orientación y prevención dio 0%.

Referencia

"Odontología para bebés". Elías PMC, Arellano SC, Tello MG. Savia Editorial, Lima, Perú, 2016.

___________________________________________________________________________________         * El Dr. Elías Podestá, PhD, es un reconocido especialista en Odontopediatría para Bebés y Decano del Colegio Odontológico del Perú-Región Lima.

 

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