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Aprendiendo a convivir con la covid-19

Estamos en un limbo, en un laberinto que parece no tener salida. (Foto: Richard Lenz, Especial para Dental Tribune)

mar. 30 junio 2020

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Enrique Jadad comenta sus experiencias durante la pandemia y plantea una serie de interrogantes, como cuál es el precio que hay que pagar por desafiar el confinamiento.

  DIGNIFICANDO LA ODONTOLOGIA 

“¿Cuántas resinas valen el riesgo de ver a uno de tus hijos batallando sin poder respirar? ¿Cuántos implantes son suficientes para arriesgar la salud de nuestros padres?”.

Hace unos días me desperté de mi sueño lo mas tarde que pude, rompí el récord de horas durmiendo, pude hacerlo por seis horas seguidas. Esto me reconfortó mucho, mi cuerpo se sintió bastante recuperado, plácido, fortalecido. Es que las preocupaciones no pueden sumirnos en un mar de angustia, y ojo que aquí es dónde radica y reposa un gran porcentaje de nuestra estabilidad emocional y física. Esta tranquilidad podría llegar a todos nuestros hogares si se aplicaran correctamente las líneas de apoyo del gobierno, lo que nos alcanzaría para cubrir un gran porcentaje de los ingresos que la gente venía devengando, y solventar lo más importante y fundamental, que es la alimentación y la estabilidad emocional.

Acá en Colombia, donde se ha implementado el cese de toda actividad, se deberían congelar los créditos y sus letales intereses tanto de capital como de mora, que el gobierno pare de cobrar impuestos, que los servicios públicos sean subsidiados para todos, que los colegios las universidades e institutos de educación y todo el engranaje industrial y social dejen de facturar.

El problema mayor vendrá cuando ya no tengamos ni para comprar el arroz, el pan y la leche. El gran temor que me agobia es que tengo muy claro que el hambre trae irracionalidad, caos y, por ende, violencia. Cualquier ser humano con hambre propia o de sus hijos comete locuras. Para que la gente no pase hambre y la economía no se destruya del todo, el Estado y los bancos deben hacer un esfuerzo descomunal. Por una parte, es menester que el Gobierno empiece a pagar (directamente, sin la banca de por medio) las nóminas de las empresas que han dejado de operar, poniendo un techo a los salarios y censando, tanto a los trabajadores formales como a los informales y a los independientes.

Nuestra economía no soportará un cese de actividades prolongado, que sería el plato perfecto para el populismo que nos acecha. La explosión social sería nefasta, la desobediencia y el caos, incontrolables. La humanidad ha vivido situaciones extremas en el pasado, como lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial en países como Inglaterra, Francia, Rusia, Japón, Italia, Alemania, que estuvieron asediados por el virus mortal de las bombas que llovían sobre los campos y las ciudades a diario por cinco años, pero sus estructuras productivas no cesaron a pesar de la noche oscura.

Debemos ser autosuficientes y austeros, tenemos que reinventarnos. Ya nunca será igual que ayer, nuestros países y el planeta tierra cambiaron. Todas las personas con las que he podido interactuar se quejan de los bancos, entes financieros que recibieron recursos del estado en el pasado. Pero como para temas financieros no soy muy prolijo, pregunto: ¿Quién sabe manejar el dinero?, ¿ Alguno de ustedes que me lee?. Seré pronto un dentista pobre y jodido, pero no un innovador en temas económicos. Para mi la vida es todo o nada, y primero la familia y mis pacientes, tengo seis personas a mi cargo, ellas dependen totalmente de mi trabajo.

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Es posible que, con las medidas adoptadas esta cuarentena, se mitigue en parte el impacto de esta pandemia, pero los muertos inevitablemente aumentarán. El control de este virus lo llevaremos a números medianamente aceptables, pero debemos abrir con controles de salud el aparato productivo. Sin embargo, si algo es no negociable es volver a abrir nuestras fronteras, debemos mantener esa cuarentena y empezar a mirar hacia adentro nuevamente. Los gobiernos de nuestros países deben apoyar la producción nacional a gran escala, sin olvidarse de los odontólogos y de todo el círculo económico a nuestro alrededor.

Esto debe ser parte del plan de choque, no podemos depender del comercio internacional. El campo debe producir como antes. Que el arroz y muchos más productos salgan de nuestro campo, que la industria fabrique las partes que requerían ser importadas, en algún momento más adelante llegarán lentamente las vacunas, pero ya el daño estará hecho si no actuamos. Este es un nuevo tipo de guerra, una guerra silenciosa pero eficaz para acabar con cualquier sistema económico y productivo a nivel global.

Vale la pena recordar que el coronavirus tiene cinco características que lo hacen diferente y más complejo que los otros virus similares: 1) Facilidad de transmisión (transmisión aérea, por contacto mínimo, en periodos muy cortos; 2) Periodo de incubación largo (desde el momento de contacto hasta la aparición de síntomas iniciales pueden pasar 3-4 semanas, se han reportado casos de hasta 27 días), lo que hace que la persona contagie el virus sin saber y sin control por periodo largo de tiempo; 3) Velocidad y volumen de propagación extremadamente altos; 4) Examen de laboratorio de baja sensibilidad y especificidad con resultados secuenciales, en la misma persona han dado falsos negativos, hasta que finalmente da positivo; y 5) ausencia de una vacuna que sea efectiva.

Queridos colegas, odontólogos, técnicos dentales, sé que todos estamos pasando por momentos difíciles, y estoy consciente de lo que se viene, pero aún así y sabiendo que estamos en el nivel más alto de riesgo, quisiera que reflexionemos sobre los siguientes interrogantes:

¿Cuántas carillas valen el riesgo de llegar a tu casa con un invitado no deseado?, ¿Cuántas resinas valen el riesgo de ver a uno de tus hijos batallando sin poder respirar?, ¿Qué tratamiento justifica exponer al contagio a los pacientes que pisan nuestros consultorios?, ¿Cuántos implantes son suficientes para arriesgar la salud de nuestros padres y de los adultos mayores de la familia?, ¿Cuántas citas y ajustes de ortodoncia necesitas para que valga la pena exponer a tu esposa o pareja?

Por años, hemos demostrado tener la preparación, la formación y la capacidad de ser capaces de manejar situaciones de riesgo, pero cualquier detalle que se nos pase por mínimo que sea podría ocasionar una tragedia. Yo sé que para muchos es muy difícil parar, pero todos tenemos una televisión que vender después para afrontar las cosas, un celular, tal vez un coche, un crédito, incluso empezar de ceros si es necesario. Pero díganme algo más: ¿cuánto valoran la vida de sus seres queridos y de sus pacientes? ¿Cuánto valen? ¿Qué precio les pondrías?

Después veremos cómo podremos arreglar todo y, con la ayuda de Dios y nuestras familias, les aseguro que podremos, ánimo. No he considerado el aislamiento como un karma por tener que quedarme en casa con quienes yo amo; aislamiento es lo que están viviendo los enfermos graves. Dejemos de decir que estamos aburridos, molestos porque no podemos salir de nuestras casas, más bien pensemos que todos los que están en el hospital quieren irse a sus casas y no pueden lograrlo. Agradece a Dios si tienes que quedarte en casa, pues a pesar de todo, con dinero o sin dinero, con un trabajo o sin trabajo, estás en el mejor lugar que podrías estar, en tu hogar rodeado por quienes más amas.

 

Quizás sea hora de transformar tu casa en un lugar maravilloso para quedarse, un lugar de paz y no de guerra, de abrazos y no de distanciamiento. Debemos mirar con otros ojos la situación que estamos viviendo, haz de tu casa una fiesta, escucha música, canta, baila, reza, medita, agradece, aprovecha y conviértete en el profesor de tus hijos, haz de tu hogar una escuela, lee, escribe, dibuja, pinta, estudia, aprende, aprovecha este tiempo para limpiar, ordenar y hacer cambios, para cocinar, comer en familia, crear recetas, haz de tu casa y de tu familia, un templo de amor y sentimiento.

Yo amo mi profesión, no me veo haciendo otra cosa que no sea "salvar al mundo de las caries" y no creo que pueda desenvolverme en nada mejor que en esto. La Odontología es mi vida y mi pasión porque me ha dado las mejores alegrías y satisfacciones, pero estamos viviendo son realmente tiempos difíciles, tanto así que me he puesto a pensar en buscar un nuevo horizonte laboral. Estamos en un limbo, en un laberinto que parece no tener salida, parece que volvimos a una era mitológica, donde no tenemos nada claro, no existen respuestas a nuestros interrogantes y no sabemos cómo vamos a salir de este embrollo.

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El doctor Enrique Jadad Bechara es Especialista en Rehabilitación Oral, investigador y conferencista con práctica privada en Barranquilla, Colombia. Fundador del Grupo Dignificar la Odontología.

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