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La inolvidable sonrisa de Sidney Poitier

El Presidente Barack Obama otorga a Sydney Poitier la Medalla de la Libertad en 2009. La pequeña sonrisa del actor deja entreveer la inmensa fortaleza de su carácter.

mar. 11 enero 2022

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Sidney Poitier rompió con impecable elegancia y singular determinación todas las barreras que la vida le puso en su camino, que fueron muchas más que las que cualquier persona normal tiene que enfrentar. Y lo hizo siempre de una forma única y con una sonrisa especial. Llegó a Nueva York en 1928, con 16 años […]

Sidney Poitier rompió con impecable elegancia y singular determinación todas las barreras que la vida le puso en su camino, que fueron muchas más que las que cualquier persona normal tiene que enfrentar. Y lo hizo siempre de una forma única y con una sonrisa especial.

Llegó a Nueva York en 1928, con 16 años y tres dólares en el bolsillo, después de escaparse de la casa de su tío, sin apenas saber leer y hablando con ese acento cantado de las Bahamas, que es de donde era su familia de agricultores y donde se había criado.

Cuando se presentó unos años después a una prueba de actuación en el American Negro Theater de Harlem, uno de sus fundadores le dijo que con ese acento no iba a ninguna parte y que mejor se dedicara a lavar platos, que era precisamente uno de los muchos trabajos que hacía para sobrevivir. Cuentan que por esa época ahorraba monedas de 5 centavos para poder entrar a dormir en las cabinas que se usaban entonces como urinarios públicos.

Las sonrisas de Sidney Poitier son las sonrisas de quien ha experimentado el racismo del ser humano y lo ha vencido de manera rotunda, pero no se vanagloria de ello.

El rechazo de la escuela de teatro habría descorazonado a cualquiera, pero Poitier no ganó dos premios Oscar, el título de Caballero y una medalla presidencial por ser una persona cualquiera. Así que se compró una radio y empezó a imitar el acento de los locutores que oía, hasta que logró controlar su forma de hablar y vencer el primer obstáculo que se interponía con lo que quería llegar a ser. De esa prestigiosa escuela de teatro se graduó, al igual que su inseparable amigo, el cantante y actor Harry Belafonte.

Sidney Poitier tenía una dignidad especial, que mostró en películas como “En el calor de la noche”.

Así fue siempre: poseído por una calmada pero feroz determinación que no descansaba hasta conseguir sus objetivos. Siempre envuelto en un aire de verdadera dignidad, como un príncipe, incluso cuando estaba atravesando por la pobreza más absoluta. Un periodista que comió una vez con él cuenta que Poitier no era solo una estrella de Hollywood, sino que su presencia transmitía un encanto personal tan palpable como la cálida sensación que produce un suéter de cachemira.

A pesar de sentir en carne propia la discriminación racial, nunca se amilanó ante los ataques que sufrió, como bien demuestra su lucha en defensa de las libertades civiles a partir de la década de 1960, su decidido apoyo a Martin Luther King y sus papeles en películas tan impactantes por discutir abiertamente una temática racista como “Fugitivos” (“The Defiant Ones”), “En el calor de la noche” (“In the Heat of the Night”) o incluso en “Adivina quién viene esta noche” (“Who's Coming to Dinner”). Nadie más que él en todo Hollywood podría haber interpretado esos papeles.

Quizá por esa larga lucha racial que fue su vida, por saber poner a la gente en su sitio sin necesidad de violencia, guardando siempre la compostura, la prestancia y la dignidad, sus sonrisas son sonrisas guardadas, cautas, expectantes. No son sonrisas abiertas, alegres, expansivas. Son las sonrisas de quien ha experimentado uno de los más degradantes comportamientos del ser humano y lo ha vencido de manera rotunda: Poitier fue el primer afroamericano premiado como mejor actor con un Oscar, en 1964, y luego, en 2002, con otra estatuilla por su ejemplar trayectoria profesional. Pero esos triunfos no le permitían bajar la guardia porque conocía bien la realidad de su entorno.

La muerte de Sidney Poitier, a los 94 años, nos priva de un formidable actor y de una persona singular. Nos queda la inquebrantable ética con la que vivió su vida, las películas con las que cambió la historia del cine y la imagen de un rostro especial, en el que esa pequeña, aparentemente tímida sonrisa suya deja entrever la inmensa fortaleza de su carácter.

 

 

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Javier Martínez de Pisón, Editor y Director de Dental Tribune Latinoamérica desde 2007, es un editor y periodista especializado en temas médicos, culturales y políticos con una reconocida trayectoria profesional en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.

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