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La psicología, una aliada en el consultorio

lun. 16 julio 2018

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Soy un ferviente creyente en la aplicación de la psicología para manejar a ciertos pacientes y ejecutar los tratamientos con precisión y eficacia en nuestro diario quehacer como odontólogos.

Los tratamientos odontológicos son un problema de salud que tradicionalmente ha generado estrés y miedo en los pacientes. Es una verdad a gritos que el solo hecho de ser nombrados genera terror en los pacientes y personas comunes y corrientes.

Cada vez que hablamos de salud oral, debemos remontarnos al comienzo de esta animadversión hacia el odontólogo, que suele ser la niñez. Así, es de crucial importancia manejar la educación y la prevención desde una temprana edad de los pacientes, estrategia que muchas veces consigue erradicar estos miedos de por vida.

Los odontólogos aplican técnicas psicológicas aprendidas en las facultades a un buen sinnúmero de pacientes que tienen fobia hacia todo lo relacionado con la odontología.

Realizar los procedimientos de una manera diáfana, amable, delicada e indolora generará en los pacientes una sensación de confianza y de seguridad que al final repercutirá en su bienestar y tranquilidad, sobre todo en aquellos que por naturaleza son aprehensivos. Siendo repetitivos en este manejo que brinde a los pacientes confianza en nosotros, al final todos nos veremos recompensados al vencer esos miedo.

La educación e implementación de hábitos saludables relacionados con la higiene, la alimentación y la odontología debe enseñarse desde temprana edad para evitar que aparezcan problemas mayores posteriormente. Por medio de la prevención, los odontólogos frecuentemente realizamos actividades educativas a través de campañas de información en las que se comparten instrucciones, utilizando técnicas como la ejecución supervisada, la modificación de actitudes y creencias, las intervenciones dirigidas a reforzar los comportamientos y las prácticas saludables de la higiene oral.

A pesar de ello, en ocasiones surgen fobias que se interponen y nos impiden realizar tratamientos efectivos, por lo que nos vemos abocados a enfrentarlas con técnicas psicológicas.

Existen una serie de problemas odontológicos como el bruxismo, la disfunción de la articulación temporomandibular, el uso de aparatos de ortodoncia o la succión del dedo, donde las técnicas psicológicas, educativas y de relajación nos facilitan la ejecución de diferentes procedimientos dentales y orales.

El miedo genera situaciones que le impiden a los pacientes acudir a sus citas y a las revisiones periódicas, y que puede generar conductas como cerrar la boca, ladear la cabeza, levantarse, dar manotazos, gritar, quejarse o llorar.

Varios estudios indican que los miedos más frecuentes están asociados al hecho de ver la jeringa, al pinchazo de la aguja para aplicación de la anestesia y a escuchar el ruido de la turbina. De todos los procedimientos, los más temidos son las extracciones de piezas dentales y los tratamientos de conductos radiculares.

Para evitar el miedo hacia los odontólogos y la odontología se debe trabajar en prevención desde temprana edad. Para esto, se pueden utilizar diversas técnicas como crear un medio ambiente controlado y seguro que le resulte agradable a los niños, como tener muebles infantiles y juguetes en la sala de espera.

Otro tema importante es que todo el personal debe estar entrenado para controlar adecuadamente el comportamiento psicológico y físico del niño; además, se debe usar un vocabulario y reforzadores apropiados. Para lograr que este manejo sea efectivo, es bueno permitir que el niño se familiarice con los instrumentos odontológicos que se van a utilizar. Otra de las premisas es evitar, siempre que sea posible, realizar procedimientos invasivos al niño. Por último, una de las mejores recomendaciones es la creación de una historia de experiencias positivas asociadas con la situación dental, a través de las llamadas técnicas preparatorias.

En el tratamiento de los miedos presentes se utilizan técnicas psicológicas, tanto en niños como en adultos, como la relajación y la visualización o la desensibilización sistemática. El dentista siempre debe tener presente la evaluación de la conducta, y, dependiendo de la duración e intensidad del miedo, realizar intervenciones encaminadas a su manejo o derivar el caso a un profesional de salud mental.

El odontólogo debe hacer un buen análisis de las conductas de su paciente, de forma que si pasan a tener un carácter agresivo o problemático que interfiera en el tratamiento odontológico, lo remita a un especialista que pueda realizar un tratamiento más específico, complementario a la intervención odontológica.

Para concluir, todas las técnicas para el control de la fobia o el miedo al odontólogo deben ser implementadas por un personal entrenado, ya que su mala utilización puede agravar los problemas existentes.

* Especialista en Rehabilitación Oral, investigador y conferencista con práctica privada en Barranquilla (Colombia). Fundador del Grupo Dignificar la Odontología (FaceBook).Contacto: ejadad@gmail.com

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