Día a día veo como la odontología toma un rumbo desconcertante. Por un lado, hemos avanzado en campos como la Implantología oral, el CAD/CAM, los láseres, la rehabilitación oral asistidada por robots, los programas para diagnóstico 3D.
Pero por otro lado, hemos retrocedido ostensiblemente por culpa de una odontología mercantilista donde se quiere solucionar todo con resinas y una estética dental irracional. Me resulta inconcebible y a la vez increíble aceptar esto. ¡Mi conclusión es que el pasado fue mejor que el presente!
Estoy absolutamente de acuerdo con que la prioridad es la salud, pero también entiendo que al paciente hay que estudiarlo integralmente, y hoy por hoy la mala estética le puede perjudicar la autoestima (salud emocional), que a mi juicio afecta igual o a veces más a la salud dental.
Lo que si es lógico es que la condición absoluta y válida es trabajar con criterio, conocimiento y estar bien preparados para brindarle soluciones efectivas y duraderas a nuestros pacientes. Hacer siempre antes un diagnóstico, basado en la clínica, más exámenes complementarios, programar un buen plan de tratamiento y cada etapa del manejo del paciente, respetando al máximo la oclusión y todos los tejidos involucrados.
Resulta muy triste darnos cuenta hasta dónde llega la avaricia de gran cantidad de odontólogos en nuestros países. ¿Y qué decir de las instituciones que forman nuevos profesionales? Porque el problema inicia desde el seno de las universidades a las que solo les interesa sacar más y más promociones. A muchas de estas instituciones les hace falta enfatizar temas tan importantes como la verdadera ética, enseñarle a sus estudiantes el valor real del paciente como persona, no como cliente, el valor del colega, no como la competencia sino como lo que es. Y qué decir de la Educación Continuada: que no sea planteada como el negocio del año, sino como una necesidad real y necesaria para cada día ser mejores profesionales.
A las universidades les quisiera expresar varios temas. Uno que es muy importante es que tomen la decisión de hacer una selección responsable y minuciosa de los estudiantes que van a cursar estudios sobre esta importante y valiosa profesión. Recuerdo que cuando decidí estudiar odontología tuve que presentar varios exámenes de ingreso, entrevistas y pruebas de habilidad manual; hoy, en cambio, en un gran número de escuelas de odontología el requisito para ingresar es verificar que los aspirantes tengan con qué pagar las matrículas: no analizan ni evalúan si tienen real aptitud para estudiar y formarse como odontólogos.
Es importante comprender que los pacientes acuden a buscar nuestros servicios con la expectativa y la confianza de que se entregan en las manos de un buen doctor. Especialmente porque la odontología es una de las profesiones donde tenemos al paciente acostado en la silla con la boca abierta, sin poder decir nada mientras le realizamos diferentes procedimientos.
Sería realmente bueno que el estudiante se comprometa a convertirse en un buen odontólogo, no por tener más fotos en redes sociales con personajes famosos, sino como esos profesionales que llenan sus expectativas por el conocimiento y la real entrega de lo que hacen. Esto es lo que verdaderamente debería hacer sonreír de dicha a nuestros pacientes.
En mis escritos y conferencias he realizado denuncias de mal praxis. No he nombrado ni señalado a nadie, pero como dice el dicho: "Al que le caiga el guante que se lo acomode". La razón por la que menciono esto es porque me he encontrado con mensajes que dicen mucho de quienes los escriben, la violencia de palabra. Es la reacción típica de quienes actúan mal y se defienden con improperios al no tener argumentos válidos para respaldar sus actos. Este es el actuar típico de los delincuentes, de los corruptos, y todo por los famosos y mal llamados Diseños de Sonrisas.
Es muy triste el panorama de la odontología actual, de los odontólogos, de las facultades, de los gremios y de la sociedad, engañada por falsos estereotipos de belleza y estética. Triste resulta que hoy día se defienden los hechos y actos con violencia. Siempre le facilito la explicación sobre estos desastres generados por la estética irracional a mis pacientes. Tengo muy claro que cuando este tipo de procedimientos irresponsables fracasan, los pacientes de estos "odontólogos" dejarán de ser sus amigos y se convertirán en sus enemigos porque les importará cinco lo que les suceda después de haber pagado altas sumas de dinero. Y, al final, los pacientes que fueron agredidos y engañados por esta irracional y lesiva práctica, se convertirán en víctimas, se volverán un manojo de lágrimas porque tarde comprenderán que ¡solo si vuelven a nacer tendrán sus dientes intactos otra vez!
No puedo aceptar el rumbo que ha tomado esta hermosa y vilipendiada profesión. Me siento a veces impotente al ver las atrocidades que muchos colegas publican en sus redes sociales. Más repudio siento aún al verlos posando con sus víctimas, anunciando el estado de catarsis y felicidad de esos pacientes que creen que recibieron la mejor atención y los mejores tratamientos. La verdad es que, tarde o temprano, serán víctimas del fracaso por cuenta de los Resinoclastos y los Acrilocitos presentes en esos Desastres de Sonrisas construidos para corregir a la brava defectos de forma y malposiciones que bien pudieron ser corregidas con el verdadero Diseño de Sonrisas: ¡la Ortodoncia!
Doy gracias a quienes han leído y escuchado mis fuertes críticas sobre este flagelo. Mis palabras han llegado a altos dignatarios de la odontología en diferentes estrados, universidades, gremios, corporaciones, instituciones y más importante aún, a los colegas que hacen de estos diseños de sonrisas su rutina permanente. Ya estamos cerca de declarar a esta infame práctica como la Pandemia del Siglo XXI en Odontología. Espero realmente que recapaciten y tomen el sendero correcto por el bien de los pacientes y de la odontología.
Por último, quiero expresar este pensamiento: si el odontólogo trabajara con ética y responsabilidad, pensando primero en el bienestar de quienes en ellos confían, quedaría contento con el trabajo realizado y tranquilo por haber actuado con honestidad; de esta forma lograría que su paciente sonría feliz, con la seguridad de haber recibido tratamientos que perdurarán en el tiempo.
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Completamente de acuerdo con su artículo Dr. Antes de tener mi consulta particular , trabajé en varias clínicas privadas en donde la prioridad era el signo pesos ($) y cuántos ceros se les podía colocar delante; se TENIA que ofrecer los tratamientos más costosos, los necesitara o no el paciente. ¡Qué horror!! Varias veces estuve en contra de ésto y por lo mismo, perdía mi trabajo. Lo único que me motiva en mi trabajo es la intención de servicio y solución de problemas orales, buscando siempre que el paciente quede satisfecho y conforme con su tratamiento, explicándole previamente los pro y los contra. Soy conservadora a morir, y no entiendo como se pueden mutilar tantas piezas dentarias sólo por conseguir una estética “falsa” xq igual, eso no es para toda la vida. Me dá ira que se aprovechen de las personas ignorantes, pero más ignorantes son los que creen que ganaron fama con sus malos procedimientos. Lo admiro Dr. y lo respeto. Alguna vez estudié Diseño de Sonrisa en Colombia con A.N.D.E.S. y aunque fueron buenas capacitaciones, aún no me decido a hacer alguno, me parece muy invasivo y yo soy de las que considera que entre más se conserve la estructura natural del diente, mejores resultados podemos obtener después de una ortodoncia y un blanqueamiento, lo demás, son pequeños retoques. Con la odontología actual, mal practicada, se cambia hasta la fisonomía de la persona. Buen artículo Dr., excelente, ojalá más profesionales lo entiendan y lo practiquen.