Carpas para sacar sin que sean vistos a los fallecidos en un hospital de la ciudad de Nueva York, en esta instantánea captada por José Antonio Rosario.
Paralelo a los desastrosos efectos en la salud y vida de las personas, la coronavirus también ha generado serios y dañinos efectos a la economía familiar, a la microeconomía y a la economía y comercio en general.
Las personas no solo están afectadas por la amenaza o presencia del virus, sino también por su situación económica; en que las oportunidades laborales son escasas. Antes de la pandemia, aunque sea con limitaciones, las personas y familias tenían algunas certezas proyectivas que ayudaban diariamente a ir pasando la vida y a salir adelante.
Para evitar mayor contaminación del virus como medidas prontas, se cerraron centros públicos de distracción, centros educativos, centros comerciales, empresas privadas, entidades de gobierno, iglesias, parques, medios de transporte; es decir, todos aquellos lugares en donde comúnmente convergen diariamente importantes grupos de personas para de esta forma frenar la contaminación y transmisión del virus. Paralelamente a este esfuerzo colectivo por detener la contaminación, se dictaron medidas personales y familiares: quédese en casa, el uso de la mascarilla, el lavado de manos y el distanciamiento social. Se establecieron medidas colectivas e individuales que en su conjunto formaran un frente de defensa que redujera al máximo las posibilidades de contaminación.
Hoy, a más de tres meses de haber adoptado estas medidas, las mismas sin duda han incidido en reducir el número de enfermos y fallecidos, pero no lograron frenar del todo la presencia nefasta del virus. Por eso, lejos de reducirse los casos, se continúan incrementando, sin lograr pro ahora contener la propagación de la pandemia.
"La nueva normalidad es un accionar responsable de todos totalmente comprometidos con las medidas individuales y colectivas, para que la contaminación se pueda detener y contrarrestar".
Ante las consecuencias económicas y sociales que se están haciendo sentir, es necesario pensar cómo ir abriendo con precaución todos estos espacios laborales y comerciales que están haciéndole mucha falta a la dinámica económica del país y a la economía familiar.
El proceso de retorno a la normalidad no es nada fácil, porque el virus continuo activo más que nunca y porque aún no se ha alcanzado la cúspide la contaminación. Los servicios de salud deben estar preparados para un irremediable incremento de casos, porque los países que han adoptado la decisión de volver a la normalidad, es porque la curva de infectados ha descendido significativamente y acá en Guatemala eso aún no ocurre.
Sin embargo, el bolsillo de las personas y los presupuestos de las empresas sobrevientes y responsables ya no soportan más, es necesario ir abriendo poco a poco puertas que permitan ir normalizando la producción y economía nacional. Hasta donde se sabe, el gobierno ha definido una estrategia que permita volver a la normalidad, ello implica ir cumpliendo sobre la marcha con ciertos requisitos y condiciones medibles. Se definen fases y cada fase conlleva el cumplimiento de acciones de carácter macro que requieren la actuación responsable y armoniosa de toda la colectividad.
A nivel empresarial, sin duda ninguna empresa no podrá reaperturarse,= si no cuenta con un protocolo claramente definido y compartido con sus colaboradores que recoja todas las indicaciones que contempla el protocolo general definido por las autoridades. Esto sin duda será una mera conciencia empresarial, porque el gobierno por estar atendiendo el avance y efectos de la pandemia, no tendrá tiempo ni la capacidad suficiente para establecer y operacionalizar los mecanismos de control requeridos.
Pero el volver a la normalidad, también es un acto de responsabilidad personal y ciudadana, en donde cada uno tendrá que mantener un comportamiento responsable con tres acciones básicas: el lavado continuo y apropiado de manos, el uso de la mascarilla y el distanciamiento social; estos cuidados también se deben observar y cumplir dentro de la empresa.
Las empresas también están llamadas a tomar medidas apropiadas como: colocar un lugar apropiado para sanitizar el calzado que se usa, colocar dispensadores de gel sanitizador, incrementar las medidas higiénicas de todos los espacios, equipo e instrumental, eliminar las áreas de compartimiento común, diseñar los espacios laborales de tal forma que se pueda mantener el distanciamiento social.
La nueva normalidad es entonces un accionar responsable de todos totalmente comprometidos con las medidas individuales y colectivas, de tal forma que la contaminación se pueda detener y contrarrestar.
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