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Nueva tecnología de bioprinting 3-D

El Prof. Saso Ivanovski trabaja en una nueva tecnología de bioprinting 3-D (Foto: Universidad de Griffith).
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jue. 5 mayo 2016

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Un equipo de investigación australiano está trabajando en el desarrollo de una nueva tecnología de bioprinting 3-D para diseñar y producir a medida hueso y tejido gingival para ser implantado en el maxilar.

Si tiene éxito, el nuevo procedimiento sería menos doloroso para los pacientes y tendría un menor riesgo de rechazo que los tejidos tradicionales de injertos óseos tomados de otras partes del cuerpo.

La innovadora tecnología, que está actualmente siendo desarrollada como parte de un estudio de tres años en la Universidad de Griffith, promete hacr crecer el hueso y tejido perdido a partir de las células del propio paciente. Después de escanear la mandíbula afectada, se utiliza un bioprinter especial para fabricar las estructuras de soporte, como hueso, ligamento periodontal y cemento del diente, en un único proceso, explica el Prof. Saso Ivanovski, del Instituto Menzies de Salud de Queensland de la universidad.

La nueva tecnología mejoraría significativamente los métodos tradicionales, que implican el uso de hueso y tejido de otras partes del cuerpo, como la cadera y de vez en cuando el cráneo.

"Mediante este sofisticado enfoque en ingeniería tisular, podemos utilizar un método mucho menos invasivo de reemplazo óseo", comentó Ivanovski. Utilizar estructuras obtenidas de las células del paciente disminuye también el riesgo de rechazo y permite que la nueva estructura crezca en su tejido circundante. "Al final de todo el proceso, no sería posible identificar cuál es el hueso viejo y nuevo," agregó.

Otra ventaja del procedimiento es que los pacientes en ubicaciones remotas no tendrían que viajar largas distancias para acudir a clínicas especializadas para un procedimiento invasivo. En su lugar, bastaría con una tomografía computarizada de la región dañada hecha en un centro regional, que luego podría ser enviada a un bioprinter 3-D para fabricar un reemplazo.

La nueva tecnología está actualmente en ensayos preclínicos e Ivanovski y su equipo esperan poder aplicarla a seres humanos en dos años.
 

 

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