DT News - Latin America - Ponderando nuestra fragilidad

Search Dental Tribune

Ponderando nuestra fragilidad

Somos odontólogos, pero nos hemos detenido a pensar qué nos está diciendo nuestra tierra, se pregunta el autor. (Foto: Elena Mozhvilo / Unsplash)
Diego Gil Alzate

Diego Gil Alzate

mié. 1 abril 2020

guardar

El autor, especialista en Seguridad del Paciente, aborda la pandemia del coronavirus desde un punto de vista humanístico que intenta recapacitar sobre lo que nos está sucediendo como sociedad, evitando el cientificismo en el cual muchas veces sustenta el pánico.

  LA ODONTOLOGIA EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS  

"Ni el mejor oráculo se atrevió a advertir la catástrofe que estamos viviendo hoy, la experiencia de sentir casi unánimemente la fragilidad de todos nosotros".

A Hipócrates se le atribuye la máxima “Primun non nocere” que se ha traducido en el contexto de la atención y el servicio a los demás como lo primero que hay que hacer para ayudar al otro buscando mejorar sus condiciones de salud, es precisamente NO HACER DAÑO. Parece paradójico que actualmente, con tantos avances en la medicina y en la odontología específicamente, haya que reiterar ese concepto diariamente a cada instante, pero hoy más vigente que nunca en tiempos de pandemia y cierto pánico colectivo por el nuevo coronavirus.

No deja de sorprender la velocidad con la que se ha evidenciado el proceso de la enfermedad, la cantidad de investigaciones sobre el mismo virus, su capacidad de virulencia, sus efectos en el cuerpo humano y en las comunidades en la que se ha presentado la enfermedad. Incluso se habla ya de una posible cura. Y, aunque también se han publicado una gran cantidad de protocolos para la atención de los pacientes en todas las disciplinas del área de la salud, incluyendo la nuestra, surge una pregunta adicional: ¿no es éste un llamado a evaluarnos como sociedad, como gremio, como profesión?

Hoy, a cada uno de nosotros —odontólogos, dentistas generales, especialistas, auxiliares, profesores, estudiantes, academia—, nos están “inundando” de información por todas partes (en los correos, los sistemas de mensajería, nos tocan a la puerta con preguntas, temores, pánico, zozobra) porque somos una sociedad extremadamente llena de información y extremadamente globalizada.

En cuestión de segundos, desde Wuhan, China, hasta Antofagasta, Chile, Bogotá, Colombia, o Anchorage, Alaska, se supo que algo malo le estaba ocurriendo a la humanidad. Ni el mejor oráculo se atrevió a advertir la catástrofe futura que se avecinaría, tal como lo estamos viviendo hoy, una experiencia pocas veces vista de compartir el miedo y sentir casi unánimemente la fragilidad de todos nosotros.

"…Y si hay un mundo cansado y enfermo que cruje y se derrumba, tiene que haber un mundo nuevo que se gesta y que nos desafía.”

Cientos de protocolos, de manuales, de guías para la atención odontológica en relación con el nuevo coronavirus, medidas de protección personal y de preparación del consultorio, anamnesis, contenciones y recomendaciones recibimos y reenviamos cada segundo. Todos son muy similares, llenos de evidencia científica, generadores de inseguridades para tratar de manera proactiva y reactiva los riesgos, con gráficos, tablas y flujogramas que quizás queden como recuerdos. “Yo sé que lo leí, pero no sé dónde, yo sé que lo tengo, pero no en qué lugar”, y así. Pero, ¿hemos pensado cómo abordar esta situación desde el punto de vista humano? Somos odontólogos, pero nos hemos detenido a pensar ¿qué nos está queriendo decir la vida, nuestra tierra?

Día tras día, solo se escuchan noticias de infectados, muertos, encierros, cancelaciones, colapso de economías y un sinfín de efectos catastrófico-apocalípticos. Pero al fin evidenciamos lo conectados que estamos, de qué manera asombrosa está entretejido este mundo y lo frágiles que somos (la profesión odontológica en general). Con este “nuevo enemigo”, somos la profesión de mayor riesgo, es decir, que tenemos la mayor probabilidad de que nos ocurra algo inesperado, algo malo y, aún así, sé que queremos ayudar a otros a que sonrían mejor, a que puedan comer con tranquilidad, a que puedan besar y comunicarse, entre muchas otras cosas.

Queremos que los demás se sientan vivos, pero es el momento en el que debemos priorizar tener vida, sentida con aire puro en los pulmones, con la capacidad de ver los colores a nuestro alrededor, con la posibilidad de oler los aromas de la libertad, de escuchar los susurros del viento al andar, gritar a viva voz y a los cuatro vientos que existimos y que nuestro conocimiento puede servir no solo en el componente bucal de la salud. Porque no podemos vivir sin el oxígeno que producen los árboles y sin agua que nos la traen los ríos. Y, como dijo Shopenhauer, “en todas las cosas que afectan a nuestro bienestar y malestar, nuestras esperanzas y temores, hay que poner riendas a la fantasía”.

Y es que es ya el momento de actuar porque el segundo que pasó ya es pasado y es irrecuperable para hacer algo, como dice el autor colombiano William Ospina: “Después de siglos de atesorar nuestro conocimiento, de valorar nuestro talento, de venerar nuestra audacia, de adorar nuestra fuerza, llega la hora en que también nos toca ponderar nuestra fragilidad, estimar nuestro asombro, respetar nuestro miedo… y si hay un mundo cansado y enfermo que cruje y se derrumba, tiene que haber un mundo nuevo que se gesta y que nos desafía.”

___________________________________________________________________________

El Dr. Diego Gil Alzate es Odontólogo, Máster en Seguridad del Paciente (UMH-Esp.). Especialista en Gerencia de la Calidad y Docente Universidad de Antioquia, Colombia. Contacto: dalonso.gil@udea.edu.co

 

Etiquetas:
To post a reply please login or register
advertisement
advertisement