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Todo lo que hemos perdido

Antiguo instrumental para prostodoncia que aparece en el libro "The Smile Stealers" de Richard Barnett. © Wellcome Library, Londres.

lun. 4 junio 2018

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Hoy quiero iniciar mi columna con este aparte del artículo del Dr. Miguel Esteban Ríos Jiménez, titulado "Epitafio de una profesión llamada Odontología", y que dice así: 

“Odontología, una señora explotada, aniquilada y sepultada, justamente diagnosticada y vilmente pronosticada (para seguir en el contexto de diagnóstico, pronóstico y plan de tratamiento como metáfora). Ella era sensata, certera, un poco brusca, pero fielmente respetada y admirada, digna para ese entonces de ser hermana menor de la medicina, consentida e idealizada, creció, envejeció y agonizante murió, víctima de sus tratantes, sus padres, su entorno, sus verdugos, su sentencia de muerte se cumplió. Ella, una mujer artesana, científica, creativa y minuciosa, y por supuesto vagabunda, mendiga y pordiosera, en los 80 imponente y elegante, en los 2000 ultrajada y desharrapada. Alabada creció y humillada falleció, es así mediante un tono metafórico y tajante como daré a entender la realidad de una profesión y sobre todo de miles de profesionales”. 

¿Sufre el odontólogo al ejercer su profesión? Por supuesto que sí. Somos unos maestros en negarlo, ocultarlo, transmutarlo. ¿Qué odontólogo no sufre al fracasar en la búsqueda incesante de un diagnóstico certero?

Hoy día, quienes vivimos inmersos en el mundo de la odontología llegamos a la conclusión que al parecer al odontólogo le lavaron el cerebro y ya más parece un vendedor ambulante que un profesional. Parece que se esfumó la Ética, el Dios que los guía es Don Dinero, atrás quedaron esos años mozos en los que vivir para servir era el lema de cada profesional que enaltecía las banderas de la actual maltratada Odontología.

Adicionalmente, somos objeto de matoneo, somos explotados, desvalorizados, y criminalizados, lo que nos lleva a reflexionar para buscar soluciones. Solamente nos queda unirnos como gremio e intentar sinérgicamente alcanzar metas y soluciones a los problemas que nos aquejan; agremiarnos en cada ciudad y unirnos en torno a intereses comunes, conservando la autonomía como profesionales de la salud que somos.

Recientemente compartí un post en redes sociales titulado “5 hábitos que están matando al dentista”, que son los siguientes:

  1. Cobrar la consulta al final
  2. Hacer tratamientos que no estén pagados
  3. No cobrar la inasistencia del paciente a su cita programada
  4. Dar consultas gratis
  5. Temor a subir los costos de los procedimientos

Referente a "Cobrar la consulta al final", algunos pacientes se van a buscar a otros colegas cuando les digo que mi consulta tiene valor. Siempre he tenido presente que, si no pagan esta consulta, no sirven para ser mis pacientes, ya que no tendrán cómo pagar el tratamiento o simplemente están a la búsqueda de precios y cotizaciones, lo que hemos llamado el turismo dental buscando el "all you can eat". Siempre me he preguntado quién trabaja gratis. ¿Es que los guantes cuestan, el instrumental esterilizado igual y mis conocimientos también? Estos pacientes nos escuchan, anotan lo que les interesa saber, se despiden y sin asomo de vergüenza alguna salen del consultorio sin pagar la consulta y prestos a visitar a otro colega que les brinde más información y menor costo por los procedimientos que necesitan. Es muy triste que ese tiempo valioso en el que les compartimos nuestro conocimiento, ese tiempo valioso en el que le explicamos lo que sabemos y que tanto sudor y lágrimas nos costó aprender, no sea valorado, ni respetado. Insisto: la consulta tiene un valor y debe ser respetada porque es el momento más importante, tanto para el paciente como para el odontólogo.

El segundo punto, "Hacer tratamientos que no estén pagados", se refiere a que nosotros no somos banco ni corporación que pueda financiar los tratamientos de los pacientes. Al terminar los casos, lo ideal es que el paciente no nos deba dinero; la experiencia nos ha demostrado que siempre existirá el paciente que no quiera pagar por el tratamiento ya ejecutado; lo peor es que no aprendemos y siempre estamos cayendo en este juego, que al final lesiona nuestras finanzas.

Respecto al tercer ítem, "No cobrar la inasistencia del paciente a sus citas programadas": el tiempo es valioso, tanto para el paciente como para el odontólogo. Una cita programada debe ser cumplida por ambos y no existe justificación alguna para no asistir, a menos que se presente una situación de vida o muerte. En mi caso particular, me han dejado esperando muchas veces, aún con las citas confirmadas el mismo día de la programación, y nos han querido justificar la ausencia con excusas que producen rabia, impotencia, perplejidad. Se debe hacer un contrato inicial con los pacientes, donde se pacte que estas inasistencias injustificadas tienen un costo y serán cargadas a la deuda por el tratamiento. ¿Cuánto cobrar por esto? Al menos, el precio de una consulta.

El cuarto punto, "Dar consultas gratis", es para mí el peor de todos los problemas, el más grande de todos los errores, la madre de todos los males, el acto más absurdo. No cobrar por la consulta permite a los pacientes visitar a varios colegas para buscar respuestas y tener la información científica y económica que está necesitando. El conocimiento vale, la preparación, la atención, el servicio, por el cual se emite un concepto, un diagnóstico y un plan de tratamiento. Ese es el ejemplo que debemos difundir. En cambio, regalar nuestro esfuerzo, no nos hace ni mejores ni más prósperos profesionales.

El quinto ítem es "Temor a subir los costos de los procedimientos". En nuestros países, los precios de todo lo que nos rodea sube, el costo de la vida cada año tiene un incremento, los materiales, insumos, salarios de nuestros ayudantes y asistentes, los servicios públicos, todos sufren incrementos que afectan nuestros costos y nuestros ingresos. Tristemente, en las universidades no nos enseñan sobre este tema tan importante como las las finanzas y la administración de nuestros consultorios.

Definitivamente, la odontología se encuentra sin rumbo. Odontólogos buenos hay muchos, y malos, mucho más. Hay universidades en las capitales y grandes ciudades que no cumplen con los estándares mínimos de educación, y en la provincia y ciudades intermedias seguro es peor el panorama, su razón de ser es el dinero, la preparación y formación de los alumnos poco les importa, salen en manadas de cada universidad y a ellas solo les interesa que el alumno pague sus cuatro o cinco años de carrera, las únicas que se benefician son esas instituciones educativas que al final se llevan toda el dinero, una vez que los estudiantes finalizan sus estudios, salen al mundo laboral y se dividen en dos grupos, los que tienen dinero montan sus consultorios sumándose a los miles que ya existen, muchos de estos ejercen con un nivel bajo de servicio y regalando prácticamente su trabajo por las irrisorias sumas de dinero que cobran a sus pacientes lo que hace que el mercado se devalúe. El otro grupo de odontólogos recién egresados son aquellos que no tiene dinero, salen a buscar trabajo y se convierten en una mano de obra haciendo ricos a explotadores que les pagan una miseria porque los egresados de esas universidades regalan su trabajo y otra vez devalúan el mercado. En esta historia quienes ganan son todos los actores menos los odontólogos, esta es la verdad, aunque haya otras perspectivas que nos quieren hacer ver para justificar lo que desde su núcleo formativo viene mal.

Finalmente les esbozo esta serie de preguntas, ¿A quién podemos culpar del alto costo de ser odontólogo en Nuestros países? ¿Culparemos al gobierno con sus altos aranceles o las importadoras que quieren apostar a ganar cada día más rentabilidad en los productos?,  ¿O los culpables son los pacientes que cada día están dispuestos a pagar menos por un servicio y los odontólogos que por cubrir sus necesidades aceptan a estos precios? Lo que sí nos queda claro es que ir manejando de manera tradicional estos problemas solo nos llevará a lo mismo, hay que apostar por nuevas tecnologías y nuevas empresas que ataquen de manera general este problema antes que se nos salga de las manos.

La Odontología ha sido desmembrada de una forma sangrienta y despiadada , sin anestesia... Se encuentra moribunda. Dicen que no hay cuña que más apriete que la del mismo palo.

AUTOR: El Dr. Jadad es especialista en Rehabilitación Oral, investigador y conferencista con práctica privada en Barranquilla (Colombia). Fundador del Grupo Dignificar la Odontología (FaceBook). Contacto: ejadad@gmail.com

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