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¿Debe la industria dental determinar el futuro de la Ortodoncia?

El autor afirma que los aparatos funcionales y los alineadores tienen un profundo efecto terapéutico pero que no se deben adaptar el tratamiento al aparato sino el aparato al tratamiento. (Foto: David Suárez Quintanilla)

lun. 14 septiembre 2020

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Los cambios provocados en la profesión por la irrupción de nuevas técnicas ortodóncicas y las consecuencias de la pandemia del coronavirus en la industria dental están transformado el campo de la ortodoncia a un ritmo vertiginoso y plantean importantes incógnitas. Dental Tribune le pidió al reconocido ortodoncista e intelectual español, David Suárez Quintanilla, que sopesara el significado de estos cambios y su impacto en el futuro de la especialidad. Esta es la última parte de una serie de tres artículos.

"No debemos de adaptar el tratamiento al aparato, sino el aparato al tratamiento".

Y así llegamos al núcleo gordiano del problema: la necesidad de dar información al público de la influencia de nuestros tratamientos en el crecimiento facial y la optimización de funciones, tan importantes y esenciales como la respiración.

Una vez más, repito, son las sociedades científicas y profesionales de la ortodoncia las encargadas de encender la antorcha que ilumine las increíbles ventajas de nuestros tratamientos para la calidad de vida de nuestros semejantes. Como catedrático de ortodoncia de la Universidad de Santiago y miembro de la Real Academia de Medicina de Galicia, suelo participar en reuniones científicas médicas multidisciplinares y en ellas constato que la ortodoncia es una de las grandes desconocidas del área de la salud. Cuando a mis colegas médicos le explico las imbricaciones de nuestro tratamiento con la cirugía maxilofacial, la otorrinolaringología, la pediatría o la neumología, realmente creo que quedan sorprendidos. Me atrevo a decir más, no se puede entender el tratamiento de un niño con déficit de crecimiento y respiración oral, asociado a colapso maxilar o mandibular, por parte de pediatras, otorrinos o cirujanos sin el diagnóstico y posterior tratamiento de ortodoncia.

 

No debemos de adaptar el tratamiento al aparato sino el aparato al tratamiento. Hemos de reivindicar la buena ortodoncia y nuestra falta de imaginación no puede obligarnos al uso de alineadores cada vez que el paciente lo solicite por la presión mediática. Y no me crean un obstáculo al progreso; muy al contrario, he apostado inequívocamente por introducir los alineadores en mi práctica y creo que abren un horizonte insospechado e ilimitado en nuestra clínica. Los alineadores permiten tratamientos más confortables, previsibles y ecológicos (como es el caso de nuestras Guías Eruptivas Propioceptivas-Alineadent® y sus espectaculares resultados en dentición mixta).

"El resultado del tratamiento es responsabilidad total del profesional, no de la compañía de alineadores".

El decálogo final de este artículo, en contestación a mi amigo Javier Martínez de Pisón, buscando el bien del paciente, de nuestra especialidad y de los que la seguimos amando con pasión juvenil, incluye:

  1. La industria dental ha contribuido y contribuye sobremanera al progreso de la ortodoncia por su capacidad de I+D+I (investigación, desarrollo e innovación) y de diseñar, fabricar y comercializar tecnologías y aparatos, pero debe tener un peso aquilatado en los destinos de la Ortodoncia con mayúsculas.

 

  1. Los profesionales y pacientes no son ajenos ni a la fascinación por la tecnología de la sociedad actual ni a la influencia de las redes sociales en la toma de decisiones terapéuticas y la industria dental lo sabe.

  1. En no pocas ocasiones los objetivos del paciente, el profesional y la industria son divergentes, cuando no opuestos. El objetivo empresarial final es crear riqueza a través de los beneficios. A igualdad de productos y técnicas, la empresa se decantará y centrará su atención en la más rentable, la que dé un mayor beneficio sin generar gastos fijos. La plusvalía de un vendedor comercial, por ejemplo, es radicalmente diferente si vende brackets y alambres o promociona el uso de alineadores.

 

  1. La industria dental es consciente de que un entorno digital cerrado (software y tecnología de una marca concreta) es una oportunidad de oro para fidelizar no solo a los doctores, sino a clínicas o grupos de clínicas completos.

  1. El ortodoncista bien formado y avezado puede prescindir en gran parte de la tecnología. Como diría mi colega Juan Font, el buen ortodoncista hace ortodoncia eficiente, ecológica, con cualquier cosa, incluidos unos cordones de zapatos. A menor formación y mayor impericia se necesita más la muleta de la tecnología. El buen ortodoncista basa su tarifa en sus capacidades y el regular, en sus aparatos. En este punto existe una clara divergencia en objetivos entre la industria o el negocio dental y el ortodoncista experto. La primera busca el aparato más rentable, normalmente el más costoso, y el segundo el más eficiente (mejor relación eficacia/costo/tiempo). El ortodoncista capaz de solucionar casos complejos con cuatro brackets, un Quadhelix y un par de microimplantes, no es un cliente rentable.

 

  1. El omnipresente poder de la industria dental frente a las instituciones políticas, profesionales y científicas odontológicas es cada vez mayor. Su influencia y dirigismo en nuestra profesión debería de hacernos reflexionar, en especial cuando publicitan y aúpan tecnologías y técnicas solo con un fin comercial frente a otras más clásicas y eficientes, pero, para ellos, menos rentables. Supongo que es el precio que la profesión paga por dejar que sea la industria dental la que subvencione congresos, reuniones científicas, premios y cursos. Los ortodoncistas nos debemos a nuestros pacientes, no a la industria dental, y somos nosotros, como grupo, los que deberíamos de ser dueños de nuestro destino y el de nuestra profesión. Pero, como evidencio en este artículo, no es así. Nada es gratis en esta vida y algunas grandes compañías de alineadores se están cobrando ahora a las sociedades y asociaciones nacionales de ortodoncistas (véase AAO) tantos años de esponsorización de congresos y reuniones científicas; las puñaladas por la espalda duelen más.

  1. Las universidades han de favorecer el espíritu crítico en sus alumnos, han de enseñarles a pensar y separar el trigo de la paja de acuerdo con la terapia basada en la evidencia científica. No hay marketing ni predicador ortodóncico que se pueda resistir a un buen metaanálisis.

 

  1. La formación universitaria postgraduada, como me enseñaron mis maestros, ha de representar, en cierta manera, el contrapunto a la obnubilación por la tecnología. No me refiero a no conocer y utilizar la tecnología, sino que ésta no se erija como altar sacrosanto de la profesión, desplazando al profesional y algo menos al profesor. La tecnología debe ser un auxiliar a nuestros conocimientos, debemos interpelarla para buscar el mejor diagnóstico y plan de tratamiento para nuestros pacientes, pero no debemos dejar en sus manos decisiones que solo y únicamente nos corresponden a nosotros.

 

  1. Hay que dar una respuesta a esta “crisis de los brackets”, que solo puede venir de la innovación. Nosotros hemos desarrollado, con la colaboración de varias compañías, la Técnica Multibracket®, que combina lo mejor y más eficiente de cada esfera terapéutica (brackets de fricción controlada que permiten realizar muchos tratamientos con un solo arco de una superaleación, microimplantes de titanio intra y extraalveolares de última generación, aparatos funcionales digitales, alineadores en dentición mixta tardía). Vender brackets (otra cosa es vender una Técnica completa y crear una comunidad de usuarios de la misma) ya no es rentable para las grandes compañías y el negocio ha quedado relegado a empresas de calidad menos contrastada de China, Brasil o India. El negocio del bracket además va en picado porque las técnicas más conocidas, las que todos tenemos en mente, se han quedado anticuadas, resesas decimos en Galicia, sin variar ni un ápice los planteamientos biomecánicos de hace más de cuarenta años y han continuado discutiendo el sexo de los ángeles (por ejemplo, la importancia de variar 4 o 5 grados la torsión en uno u otro diente). ¿De verdad que no vieron venir el toro? ¿Qué esperaban?

 

  1. La ortodoncia necesita nuevos lideres políticos capaces de poner a nuestra especialidad en el sitio que le corresponde, denunciar el marasmo y la mala práctica de la ortodoncia actual por parte de dentistas generales con nula capacitación en ortodoncia y la venta a granel de alineadores. En mi opinión, es clave la información al paciente sobre lo que debería conseguirse, y evitarse, con alineadores. Es clave, y la única salida al caos que se avecina, es el estricto peritaje de la mala práctica para que los profesionales sin capacitación respondan ante la justicia. El resultado del tratamiento es responsabilidad total del profesional, no de la compañía de alineadores o sus programadores.

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El Profesor y Doctor David Suárez Quintanilla es catedrático de Ortodoncia de la Universidad de Santiago de Compostela (España), expresidente de la European Orthodontic Society y vicepresidente de Ortodoncia de la International Association for Dental Research. En sus más de treinta años dedicados a la Ortodoncia, ha creado procedimientos como la Técnica SWLF (Straight Wire Low Friction), desarrollada con la compañía RMO de Denver, que es actualmente utilizada por ortodoncistas de más de treinta países. Además, es autor del libros como "Ortodoncia. Eficiencia Clínica y Evidencia Científica”. Visite su página web en: dsqtraining.com

NOTA: En los dos artículos anteriores de esta serie de tres, el Profesor David Suárez Quintanilla comenta los cambios en la industria dental y sus efectos en la especialidad, y la fidelización a marcas que impone a los profesionales la obligada transición a un entorno digital.

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