La tecnología permite a los profesores usar herramientas pedagógicas no presenciales y a los alumnos tomar clases virtuales. (Foto: Quang Tri NGUYEN / Unsplash)
La Presidenta de la Asociación Dental Argentina analiza la situación provocada por la pandemia de Covid-19 y afirma que debemos priorizar la salud pública por encima de intereses mezquinos individuales, políticos, gremiales o empresariales.
BIOSEGURIDAD EN LA CLINICA DENTAL
Año 2020. El mundo entero conmovido por la aparición del coronavirus SARS-Cov-2, causante de la enfermedad Covid-19, la pandemia más reciente declarada así por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo pasado. La transmisión de este particular virus ya no es solamente por sangre y saliva como ocurre con otros con los cuales nos enfrentamos a diario, sino que se cree que permanece en el aire en forma de aerosoles en nuestro lugar de trabajo. La odontología es una de las profesiones de mayor riesgo de exposición a esta enfermedad debido a que el equipamiento utilizado en nuestra práctica genera aerosolización y la atención al paciente se realiza a menos de un metro de distancia. Según estudios publicados, el Covid-19 sobrevive hasta 3 horas en ambientes cargados de aerosoles. Al depositarse, los mismos contaminan hasta 4,5 metros en los consultorios. La vida media del virus en superficies como el acero o plástico es de más de siete horas.
Su rápida propagación nos ha obligado a cambiar hábitos y costumbres cotidianas: los alumnos toman clases virtuales, los profesores mejoran el uso de herramientas pedagógicas no presenciales, las reuniones se hacen en plataformas digitales y se postergaron todas las actividades sociales y congresos. Ya no utilizamos el barbijo únicamente en el consultorio odontológico, sino también debemos hacerlo cada vez que salimos a la calle o interactuamos con terceros. Los gobiernos de la mayoría de los países han tomado medidas extremas dispuestas a bajar el nivel de transmisión del virus, evitar saturar el sistema de salud y con ello evitar muertes. Situaciones similares a ésta sólo las habíamos visto en películas. Hoy nos enfrentamos a una realidad para la cual no estábamos preparados.
En Argentina, el decreto presidencial obliga a un aislamiento social, preventivo y obligatorio y habilita a los odontólogos a trabajar en emergencias, urgencias y en el seguimiento y control de algunos casos clínicos limitados. Es entonces cuando se nos plantea un gran interrogante: ¿podríamos atender más allá de las urgencias? ¿Estamos lo suficientemente informados, capacitados y preparados para hacerlo?
“Esta situación, como todo escenario de crisis, nos plantea dilemas éticos, una disyuntiva entre el bien propio y el bien común”.
Somos trabajadores de la salud bucodental, el territorio donde se aloja y propaga el virus. Tenemos alto riesgo de contagio en nuestras prácticas, y todos los cuidados parecen pocos cuando tememos enfermarnos y contagiar a nuestro equipo de trabajo, familia y pacientes. ¿Alcanza con un adecuado equipo de protección personal y respetar protocolos estrictos de bioseguridad para disminuir el riesgo? Nuevamente surgen otros interrogantes: ¿hay insumos suficientes y de calidad óptima a nuestro alcance? ¿No será más responsable que estos insumos estuvieran disponibles para los médicos, enfermeros y otros profesionales que están en primera línea de la pandemia en hospitales y centros de atención de la salud?
Esta situación, como en todo escenario de crisis, nos plantea dilemas éticos en cada una de nuestras respuestas. Una disyuntiva entre el bien propio y el bien común.
En adelante, atender a nuestros pacientes nos llevará más tiempo, más esfuerzo, más atención, y más dinero. Quienes estamos al frente de instituciones de salud debemos ser muy prudentes y responsables con la información que difundimos y priorizar la salud pública por sobre intereses mezquinos individuales, políticos, gremiales y empresariales. Se requiere así de un equilibrio que sopese lo posible y lo éticamente aceptable en pos del cuidado de la salud de todos.
En definitiva, se trata de adaptarnos a esta adversidad y salir de ella afianzados, con respuestas orientadas a fortalecer el compromiso de dignificar nuestra profesión.
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