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Día 15 del encierro

La invención de la imprenta aceleró que los libros —y las ideas que contienen— pasaran de ser el privilegio de unos pocos allegar a grandes sectores de la sociedad. (Foto: Bank Phrom / Unsplash)

jue. 2 abril 2020

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El autor, experto en el mercado odontológico de América Latina, hace un divertido recuento de la evolución de los medios de comunicación, de la imprenta a las redes sociales.

  LA ODONTOLOGIA EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS  

"La información oficial en los canales tradicionales es poca e imprecisa, y, para colmo de males, vivimos en un país donde salud es una palabra que se pronuncia más en bares que en políticas gubernamentales".

Los cambios, retos y desastres también han forjado civilizaciones. Y ser civilizado no significa ser un individuo que busca la destrucción. Lea despacio. Luego, libérese para siempre de quien ha sido hasta hoy.

Viaje al pasado.

Hasta 1453, los conocimientos se transmitían mediante manuscritos elaborados por monjes; con la invención de la imprenta, el proceso de reproducción se aceleró y, en cuestión de unos pocos años, los escritos abarcaron un público enorme gracias al abaratamiento de los costes de producción.

Mientras que los monjes tenían el poder de controlar los escritos, los índices de alfabetización eran ínfimos. Una vez la reproducción de libros pasó de ser un proceso manual a ser algo realizado por las imprentas, los libros se empezaron a regir por los temas que más solicitaba el público. Una vez superada la censura previa, había libertad para imprimir libros de distintas temáticas, haciendo que los poderes fácticos de aquel tiempo no fueran los únicos generadores de contenidos.

Vuelva al presente.

La imprenta ha sido suplantada (no del todo) por la comunicación digital, la cual ha generado una generación de analfabetos digitales; no me refiero solamente a los que no saben acceder a las redes, incluyo a los que aún sabiéndolo, no saben diferenciar entre lo que viene de intereses particulares, qué es información real, qué son “fake news” y hasta qué es un “meme” y qué no. Este grupo, en el que me incluyo, somos el equivalente de haberle dado a un niño de 10 años en los años 80, una revista de ciencia ficción para que con capacidad de comprensión la entendiera por sí solo.

Todos tenemos un familiar que creyó que podía volar como supermán, si lo sabré yo, que vi caer a mi hermano al lanzarse desde el tercer piso en caída libre; en su defensa, por unos segundos sí lo vi volar. Hoy, él no lo recuerda, pero yo sí, y por eso le digo que es un hombre de acero.

En tiempos de coronavirus, somos el grupo más vulnerable. La información oficial en los canales tradicionales u obsoletos (dependiendo quien lo lea) es poca e imprecisa, y, para colmo de males (como es mi caso), vivimos en un país donde salud es una palabra que se pronuncia más en bares que en políticas gubernamentales.

La buena noticia es que existen espacios que ofrecen opciones amigables para todos, seminarios educativos que se pueden ver en la pantalla de la computadora, que los modernos los llaman webinars; yo aún lo sigo llamando ver la tele.

La información es poder, la tienes ahora al alcance de tus dedos, puedes ser quien quieras ser, comienza el cambio, ¡hoy!

Viaje al futuro.

Se lo cuento en mi siguiente entrega.

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Luis Geovanny Pozo es consultor para compañías sobre la industria dental en America Latina.

 

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