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El dolor en poblaciones vulnerables

Un estudiante atiende a un paciente en la Escuela de Odontología Herman Ostrow de la Universidad del Sur de California. (Foto: Hannah Benet)

dom. 21 abril 2019

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La especialista en Dolor Orofacial y Educación a Distancia en la Universidad del Sur de California en Los Angeles describe la problemática que resultará del crecimiento de un segmento de la población que requiere de formas de tratamiento individualizadas.

   NUEVOS PARADIGMAS, NUEVOS PROTOCOLOS  

La Asociación para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), estableció 2019 como el año para generar mayor conciencia sobre las condiciones de dolor en poblaciones vulnerables. Esta declaración nos motiva a revisar los alcances del ejercicio de la Odontología en grupos identificados como de mayor riesgo de dolor en la región orofacial.

Como proveedores de salud oral, buscamos preservar o recuperar el bienestar basados en la prevención de las enfermedades bucodentales, así como en la promoción de prácticas que promuevan la salud. Esta tarea no siempre es sencilla y existen retos específicos, tales como los incluídos en la declaratoria mencionada: existen poblaciones vulnerables y condiciones de dolor que persisten más allá de su razón fisiológica de proteger a los individuos.

La definición de vulnerabilidad abarca distintas dimensiones y grupos, por ejemplo, niños, personas con capacidades especiales, sobrevivientes de situaciones de violencia o desastres naturales, mujeres en estado de gestación y adultos mayores. Es para este último grupo que quisiera dedicar este espacio, especialmente porque nos encontramos frente al mayor crecimiento en la historia de esta población, enfrentándonos en los próximos años a un verdadero “tsunami de abuelos y abuelas”.

Nos encontramos frente al mayor crecimiento en la historia de la población de adultos mayores, enfrentándonos en los próximos años a un verdadero tsunami de abuelos y abuelas".

De forma general, se ha establecido que el dolor en los adultos mayores tiene un impacto mayor a la dolencia física por cuanto produce un temor de perder la independencia, con cierta tendencia a esperar siempre “algo peor”. El abordaje odontológico debe considerar la presencia de condiciones comórbidas (como la diabetes, el cáncer y alteraciones cardiovasculares), cambios en las capacidades fisiológicas (impactando el metabolismo e interacciones medicamentosas), y alteraciones cognitivas (como la demencia senil).

Estas particularidades, acompañadas de cambios sociales y psicológicos, producen modificaciones en el organismo, favoreciendo la transformación del dolor agudo en crónico, e impactando los protocolos en la práctica odontológica. El uso de anestésico local y prescripciones analgésicas, por ejemplo, tienen un doble propósito: hacer que el procedimiento sea más confortable y disminuir la posibilidad de que la intervención sea un catalizador de dolor persistente.

De forma paradójica, el uso del anestésico y la prescripción también tienen sus bemoles, como la posibilidad de generar reacciones adversas y efectos secundarios que con frecuencia no pueden anticiparse. ¿Cómo podemos prepararnos mejor para proveer una atención apropiada para este hermoso pero retador “tsunami”?

La primera recomendación no nos toma por sorpresa: previniendo la necesidad de intervenciones que puedan producir dolor. Los adultos mayores deben visitar al odontólogo frecuentemente para que el clínico pueda identificar situaciones de riesgo en forma oportuna.

La segunda recomendación es implementar estrategias analgésicas en toda intervención. Esto no siempre está relacionado con medicamentos, hay estrategias muy efectivas como el ofrecer un clima seguro donde el paciente pueda expresar sus inquietudes, sus temores, y por qué no, sus experiencias de vida.

Para esta población es fundamental considerar la comorbidad, por lo que la tercera recomendación es asegurarse de implementar la interprofesionalidad en forma efectiva, con una comunicación directa con los demás profesionales en salud que participan en la atención del paciente. Antes de prescribir un medicamento debe realizarse un análisis de la interacción posible con la terapéutica farmacológica, así como un buen manejo de los efectos adversos esperados.

No está demás recordar la necesidad de implementar modificaciones, tanto en la silla dental como en la estrategia de cuidado oral. Si el paciente se moviliza con silla de ruedas, ésta puede utilizarse como silla dental, inclinando el cabezal de la unidad hacia atrás, evitándose los riesgos de trasladar al paciente. Las citas deben ser cortas, preferiblemente en las mañanas, ofreciendo a la persona la posibilidad de humectarse los labios con frecuencia. Las instrucciones postoperatorias deben ser muy claras, requiriendo en ocasiones la participación de un cuidador o familiar para el seguimiento oportuno. La higiene oral en casa no debe descuidarse, utilizando productos que favorezcan la lubricación de los tejidos y modificando los instrumentos de remoción de placa dental, de acuerdo con las necesidades de cada persona.

Tenemos un reto por delante y es el de atender a esta explosion demográfica, implementando nuevos protocolos que antes eran ocasionales, de forma consistente en nuestros consultorios, contando con los recursos y personal capacitado.

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* La Dra. Mariela Padilla es Profesora Asociada, Directora del Certificado en línea de Dolor Orofacial y Directora Asistente del Departamento de Educación a Distancia en la Herman Ostrow School of Dentistry, University of Southern California, Los Angeles. Es odontóloga (Universidad de Costa Rica, 1989), especialista en Dolor Orofacial (UCLA, 1998) y Master en Educación (Universidad Latina, 2005). marielap@usc.edu

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